Lucha y transformación en China
A continuación, explicamos como sucedió esto.
Antecedentes
A finales del siglo XVII, reinaba el caos en la dinastía Ming. La disidencia interna llevó a un grupo de generales Ming a reclutar aliados de una sociedad militarizada en Manchuria, al noreste de China. Una vez permitido su ingreso, estas unidades manchú se convirtieron en la fuera más poderosa dentro de China. Ejercieron control sobre el área y crearon la dinastía Qing que gobernó a China por más de 250 años. Los emperadores Qing expandieron las fronteras de China y controlaron el área que contemplaba varias etnias y culturas diferentes. Si bien los Qing gobernaban sobre una población de unos 410 millones para el siglo XIX, la nación también estaba dividida. Existían tensiones entre los manchú Qing y las etnias Han chinas. Además, los tradicionalistas iban en contra de aquellos que deseaban modernizar el imperio. Estas divisiones causaron tal resentimiento que los Han comenzaron a tratar a los Qing (manchú) como si fueran una dinastía extranjera. Estas tensiones dieron vida a varios conflictos y rebeliones que llevarían al término del mandato dinástico en China.
A finales del siglo XVIII, el imperio Qing se encontraba en su apogeo en lo que respecta el área geográfica y la prosperidad. Era gobernado en estos años por el emperador Qian Long (Ch'ien Lung). Durante este periodo, el rey británico, Jorge III, deseaba la apertura de más puertos comerciales. Así que envió al embajador Lord Macartney en una misión a China para poner en marcha el proyecto. El emperador, al encontrarse con este extenso grupo de extranjeros, no organizó exactamente un desfile de bienvenida. Esta fue su desdeñosa respuesta a Jorge III.
"Ayer su embajador le pidió a mis ministros que me formalizaran respecto a su comercio con China, pero su propuesta no es consistente con nuestra utilización dinástica y no puede satisfacerse. Hasta ahora, todas las naciones europeas, incluyendo los comerciantes bárbaros de su propio país, habían efectuado su comercio con nuestro imperio celestial en Cantón. Este ha sido el procedimiento durante muchos años, aunque nuestro imperio celestial posee todas las cosas en abundancia prolífica y no carece de productos dentro de sus fronteras. Por ende, no hubo necesidad de importar fabricantes de bárbaros extranjeros a cambio de nuestro propio producto...”
Pero a pesar de la posición de fuerza declarada por el emperador Qian Long, la última dinastía de China se vería expuesta a un peligro real a causa de las Guerras del Opio (1839-1860 d.C.), la Rebelión de Taiping (1850-1864 d.C.) y la Rebelión de los Bóxers (1899-1901 d.C.).
El imperialismo occidental y la lucha interna
China durante la última dinastía Qing enfrentó muchos problemas, tanto a nivel local como en el exterior. Los académicos chinos comunistas modernos presentan esta era como un periodo que comenzó con la dinastía extranjera aceptando los “tratados desiguales” (descritos más adelante) exigidos por los británicos. Estos académicos argumentan que el reinado ilegítimo de los Qing sobre China llamó a un desastre después del otro. Entre los desastres destacaba la influencia extranjera, hambruna, gestión deficiente, desastres naturales y derrotas humillantes contra las rebeliones de los campesinos y los “bárbaros” extranjeros como los británicos y los japoneses. Además, las divisiones basadas en la etnia, religión y estatus socio-económico dejaron a China en desunión, y por lo tanto, vulnerable ante las intrusiones externas. Su argumento se enfoca en los problemas internos que permitían a las potencias occidentales inmiscuirse en los asuntos chinos. Por el contrario, los historiadores occidentales suelen observar este periodo como uno en donde la influencia extranjera tuvo éxito en China y llevó a la modernización de la nación. En realidad, fue una mezcla de problemas tanto internos como externos lo que condujo a este período de lucha y transformación en China.
La intromisión externa condujo a las Guerras del Opio, dos períodos de guerra entre británicos y chinos. Los británicos deseaban extender las redes de comercio al lograr que los chinos abrieran más puertos para sus barcos. Sin embargo, los chinos solo deseaban una cosa de Europa: plata, principalmente de las minas en América. Mientras tanto los europeos codiciaban varios productos de China, como el té, la seda y la cerámica. En el plano económico, esto significaba que los chinos lucraban con el comercio de la plata mientras que los países europeos no. Finalmente, los británicos encontraron algo de lo que muchos de los chinos no podían dejar de prescindir: el opio. Usado como medicina, pero también con altos índices de adicción, la mayor parte de este opio se cultivaba en el norte de India, por la década de 1760 bajo el mandato británico. A la larga, los comerciantes británicos convencieron a los mercaderes chinos de aceptar opio a cambio de productos como el té.
Comprar más opio y menos plata no contribuyó a la economía china (el papel moneda de China dependía de la plata para tener valor). En respuesta, el emperador Qing ordenó que se terminara el comercio de opio. Los funcionarios chinos tiraron el opio británico en el Río Perla cerca de Cantón. Los británicos respondieron con modernos barcos de guerra a vapor y los chinos perdieron ante la superioridad armada de los británicos. El tratado que culminó las Guerras del Opio fue devastador para los Qinq, quienes perdieron Hong Kong (¡por un siglo!) y mucho dinero. También se les pidió abrir más puertos para los barcos británicos y ya no era necesario que los ciudadanos británicos siguieran las leyes chinas (de ahí la parte “desigual” de los tratados mencionados anteriormente).
Pero durante casi el mismo periodo que las Guerras del Opio, los emperadores Qing debían lidiar con un conflicto interno conocido como la Rebelión Taiping. Un maestro rural de nombre Hong Xiuquan logró movilizar un ejército de más de 100.000 chinos insatisfechos. El levantamiento dejó en evidencia las profundas divisiones en China. Los rebeldes eran principalmente campesinos que sufrían por la escasez de tierra, las malas gestiones de los terratenientes manchú y las pérdidas económicas del creciente control europeo sobre el comercio. Hong Xiuquan mezcló las creencias confucianas y cristianas en una doctrina que prometía salvación y una mejor vida para todos sus seguidores. Su propuesta prohibiría las relaciones de hombres y mujeres no casados. También prohibiría el opio, una droga que fragmentaba familias y comunidades.
Si bien la Rebelión Taiping era principalmente una guerra civil china, involucró la participación de las potencias europeas y estadounidense. Los soldados estadounidenses eran contratados como mercenarios (militar bajo contrato) para pelear por los Qing en contra de los Taiping (aunque algunos también peleaban por los Taiping). Los ejércitos británicos y franceses también participaron, aunque estos soldados estaban “a préstamo” desde sus respectivos gobiernos en lugar de mantener un vínculo de lealtad con los Qing. Además, los británicos y los franceses no peleaban precisamente a raíz de un pensamiento que otorgase la “razón” a los Qing. Por el contrario, deseaban preservar los tratados comerciales que habían negociado recientemente con el emperador. Finalmente, la rebelión se detuvo, pero no antes de que murieran casi 20 millones. Las tensiones entre estas comunidades dentro de China y con los gobiernos extranjeros continuaron durante muchos años.
Otros asuntos políticos y ambientales le dieron a China muchas cosas en las que pensar durante este periodo. La intervención europea y el desastroso gobierno manchú dificultó bastante el mandato y la sucesión de desastres naturales condujo a la hambruna. Mucha gente estaba enojada y hambrienta (hangry, en inglés), y aquello hizo que la tensión entre los distintos grupos de China empeorase aun más. Las comunidades de China también atravesaban un cambio. Las zonas costeras debían soportar la masiva afluencia de misioneros y mercaderes europeos, mientras las zonas interiores lidiaban con el aumento de la fricción entre las etnias rivales y sus creencias. China estaba cambiaba a ritmo acelerado en algunos aspectos, al igual que el resto del mundo. Pero la mayoría de los pobladores chinos se apegaba a perspectivas y valores tradicionales, independiente de donde estuviesen.
Una época de conflictos: Modernización versus costumbres chinas tradicionales
China perdió las Guerras del Opio ante un ejército británico modernizado. Después de esto, la modernización parecía más importante que nunca. Una mayor cantidad de influencias occidentales inundaban las ciudades costeras. Se construyeron vías de ferrocarril (una tecnología occidental) y la milicia adquirió armas más avanzadas. En primera instancia los chinos intentaron contrarrestar esta influencia externa mediante prácticas chinas tradicionales como una dependencia en los ideales confucianos. El periodo desde 1860 a 1874, conocido como la Restauración Tongzhi, condujo a un fortalecimiento de los valores chinos con algunas modernizaciones.
Esto comenzó con la emperatriz viuda Cixi (Tz'u-hsi), quien fue regente (consejera) y madre del joven emperador Qing, Tongzhi. Cixi gobernó China durante casi 50 años y ejerció un enorme poder. Los historiadores, tanto en ese momento como en épocas ulteriores, la describirían de una manera poco halagadora, como una mujer analfabeta y despiadada. Sin embargo, la verdad no es tan sencilla. Si bien utilizó estrategias que parecerían extremas de conformidad con los estándares actuales, ayudó a liderar a China durante una era que también condujo a reformas positivas.
Los últimos años de la influencia de Cixi estuvieron marcados por objetivos en conflicto: la modernización versus la unión del imperio a través de las costumbres y valores tradicionales chinos. La derrota de China en la Guerra Sino-Japonesa conduciría a la Reforma de los Cien Días (Reforma de Wuxu). Este ambicioso esfuerzo buscó modernizar China a través de una serie de reformas, muchas de las cuales se centraron en la “occidentalización”, es decir, la adopción de leyes y prácticas al estilo europeo.
Sin embargo, algunos chinos querían modernizarse sin occidentalizarse demasiado, por lo que el plan enfureció a los tradicionalistas, incluida la emperatriz viuda. Cixi había estado en prejubilación desde 1889, pero aún ejercía cierta influencia y control sobre el Emperador Guangxu (sobrino de Cixi y el sucesor al emperador Tongzhi) y la corte. En 1898, con el lanzamiento del movimiento de reforma, Cixi dejó de lado la jubilación para lanzar un golpe (revuelta) en contra del emperador. Si bien logró restablecer su control, el golpe simplemente alentó a otros grupos a encontrar una manera de deshacerse de la familia Qing para siempre.
En un último intento de lidiar con la influencia extranjera en China, los Qing apoyaron una rebelión encabezada por miembros de una sociedad en las provincias conocida como los Bóxer (Yihequan). Este grupo secreto se había mostrado hostil hacia los Qing en otra oportunidad y buscaba derrocar lo que todavía concebían como un gobierno extranjero. Pero los Qing pudieron reclutarlos para deshacerse de las personas que todos consideraban extranjeros: los europeos.
Su primer objetivo fue la comunidad de cristianos en el norte de China. Luego, en 1900, los bóxer se mudaron a Beijing, donde repelieron a un grupo de fuerzas extranjeras fuera de la ciudad. Cuando comenzaron los ataques contra extranjeros en la capital, una fuerza internacional de casi 20.000 soldados entró en la ciudad para liberar a los sitiados. Guangxu, la emperatriz viuda y su corte se vieron obligados a huir. Después de las negociaciones entre los emisarios (representantes) de la emperatriz y la coalición extranjera, la emperatriz regresó a Beijing y comenzó a instituir muchas de las reformas sugeridas en el movimiento de Reforma de los Cien Días.
En 1908, el emperador Guangxu y la emperatriz viuda murieron en la misma semana. Un último emperador gobernaría China hasta que fuese obligado a dar un paso al costado en 1912 después de una rebelión que comenzó el año anterior. La Revolución Xinhai (Revolución China) tuvo como consecuencia la formación de una república. El reinado de emperadores de 2000 años en China había llegado oficialmente a su término.
Fuentes
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Fenby, Jonathan. The Penguin History of Modern China: The Fall and Rise of a Great Power, 1850 to the Present. New York: Penguin Books, 2008.
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Platt, Stephen R. Imperial Twilight: The Opium War and the End of China’s Last Golden Age. New York: Alfred A. Knopf, 2018.
Qian, Nanxiu, Fong, Grace S., & Smith, Richard J., eds. Different Worlds of Discourse: Transformations of Gender and Genre in Late Qing and Early Republican China. Leiden, Netherlands: Brill, 2008.
Robbins, Helen H. Our First Ambassador to China: An Account of the Life of George, Earl of Macartney, with Extracts from His Letters, and the Narrative of His Experiences in China, as Told by Himself, 1737-1806. London: John Murray, 1908.
Bridgette Byrd O’Connor
Bridgette Byrd O'Connor tiene un doctorado en historia de la Universidad de Oxford y ha enseñado Gran Historia, Historia Mundial y AP del gobierno y política de los EE. UU. durante los últimos diez años a nivel de escuela secundaria. Además, es escritora independiente y editora de los programas de estudio del Proyecto Big History y del Curso Intensivo de Historia del Mundo y de la Historia de los Estados Unidos.
Créditos de las imágenes
Este trabajo tiene licencia CC BY 4.0 excepto lo siguiente:
Portada: La Rebelión Taiping, a mediados del siglo XIX. Private Collection. © Fine Art Images/Heritage Images/Getty Images
Reunión del embajador británico, Lord Macartney, con el Emperador Qing, Qian Long, 1793. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:LordMacartneyEmbassyToChina1793.jpg
“Cantón desde las alturas", 1841. Por Edward H. Cree, dominio públicohttps://commons.wikimedia.org/wiki/File:Canton_from_the_Heights.jpg#/media/File:Canton_from_the_Heights.jpg
La emperatriz viuda Cixi , retratada con las esposas de los diplomáticos extranjeros (estadounidenses), 1903. Autor desconocido, dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:The_Qing_Dynasty_Cixi_Imperial_Dowager_Empress_of_China_On_Throne_7.PNG