Las transformaciones globales de la Revolución Industrial
Conexiones industriales
Aunque la Revolución Industrial comenzó en las fábricas de Gran Bretaña, sus innovaciones se enmarañaron a nivel mundial. A menudo pensamos en el carbón, los motores a vapor, las vestimentas de algodón baratas, el acero y los avances en agricultura como las semillas que crecieron para convertirse en la Revolución Industrial. Pero eran menos como semillas cultivadas por separado y más como tuercas, pernos y alambres. Juntos, creaban conexiones y vínculos que permitieron este cambio masivo que afectó la manera en que los humanos trabajan y viven.
¿Cómo dieron forma estos enredos a la vida de las personas en Gran Bretaña y cómo se propagaron estos cambios en todo el mundo? Comenzaremos examinando cómo la producción industrial cambió la economía, trabajo y cultura británica. Luego, analizaremos el panorama mundial y determinaremos cómo tres productos industriales cambiaron las comunidades, la producción y el comercio en todo el mundo.
Es importante señalar que diferentes personas en lugares distintos experimentaron los cambios de la Revolución Industrial de distintas formas. Algunas personas acaudaladas y de la clase media en el noroeste de Europa realmente se beneficiaron, disfrutando de nuevas riquezas y oportunidades. Para la población en las colonias europeas, la industrialización conllevó una nueva y dolorosa explotación, ya que los imperialistas europeos buscaban aumentar sus ganancias. Y para la clase trabajadora pobre en países industrializados como Gran Bretaña, la situación implicaba diversos tintes. Las condiciones laborales y la esperanza de vida decayó para la mayoría de las personas que se trasladaban a las ciudades en el siglo XIX.
“Fábricas oscuras satánicos” de Gran Bretaña
Podemos agradecer a la Revolución Industrial por toda la nueva y reluciente tecnología y por la ropa interior de algodón, que supera a la lana áspera. Podemos conseguir fruta fresca en casi cualquier parte de la Tierra. Suena divertido, ¿no es cierto? Pero para la población que atravesaba este periodo, en especial los trabajadores pobres, la Revolución Industrial era degradante e inhumana. Los millones de obreros pobres que migraban a las ciudades se encontraban con una vida deprimente de explotación como trabajadores asalariados. El poeta William Blake hacía una célebre referencia a las fábricas de la Revolución Industrial en Gran Bretaña como “estas fábricas oscuras satánicas”. No era el único en expresar el horro de la industrialización. Friedrich Engels, el hijo de un empresario alemán, visitó Inglaterra en su juventud. Lo que vio lo inspiró a escribir La condición de la clase trabajadora en Inglaterra. Concluyó que los obreros ingleses no recibían un trato acorde con su humanidad. “Eran simplemente máquinas de trabajo al servicio de unos pocos aristócratas que habían guiado mal la historia en dicha época”. En otras palabras, aunque la Revolución Industrial mejoró las condiciones de la clase media, en su mayoría enriqueció a unos pocos a expensas de la mayoría.
Sin embargo, el análisis de Engel no solo abordaba el ámbito económico. La Revolución Industrial destruyó comunidades y cultura. Los patrones de la vida rural se rompían en pedazos ya que muchas personas debían trasladarse a ciudades en busca de trabajo en fábricas. Las comunidades familiares extendidas en aldeas garantizaban estabilidad. La comunidad y la familia brindaban una red de seguridad. Pero a medida que los agricultores rurales se convirtieron en trabajadores asalariados urbanos, las comunidades familiares extendidas fueron reemplazadas por familias nucleares, a menudo con un solo padre (generalmente la madre). Sin la estabilidad de las redes familiares extendidas, las familias urbanas carecían de apoyo en tiempos de crisis, lo que se traducía en pobreza y falta de hogar para muchos.
La desintegración de las redes familiares y el ascenso de las fábricas ponían en peligro a niños y a mujeres solteras. La Inglaterra de principios del siglo XIX tenía más de un millón de niños trabajadores, muchos de los cuales pasaban de los orfanatos a las casas de trabajo. La historiadora Jane Humphries calcula que hasta el 15 por ciento de la mano de obra industrial en Inglaterra eran niños. Algunos niños eran obligados a trabajar sin sueldo a cambio de alimento y una cama.
Las vidas de las mujeres cambiaron a medida que la industrialización trasladaba la producción fuera de casa. En la Inglaterra rural, las mujeres hilaban textiles para usar en casa o para vender en el mercado. Las mujeres también trabajaban en la agricultura y el servicio doméstico. La Revolución Industrial no cambió realmente el trabajo que realizaban las mujeres, solo donde lo llevaban a cabo. Una de las pocas oportunidades que tenían las mujeres para mejorar su situación financiera era trabajar en fábricas, a menudo en la producción textil. Las mujeres casadas a menudo dejaban de trabajar, ya sea porque sus maridos lo exigían o porque tenían pocas perspectivas de trabajo gratificante fuera de las fábricas.
Movilidad social
A pesar de sus nuevas cargas, la Revolución Industrial abrió el paso a nuevos horizontes para nuevas personas. La vida en la fábrica era extrema, pero las personas tenían sus razones para abandonar sus granjas y partir a la ciudad. Para algunos, el trabajo asalariado urbano ofrecía una oportunidad de movilidad social y libertad financiera.
La Revolución Industrial realizó algunos progresos sociales precisamente a causa de la miseria que producía. Gran Bretaña se convirtió en la nación más rica de la Tierra. Pronto, los trabajadores, políticos y escritores británicos comenzaron a mirar alrededor y a preguntarse por qué, en el país más rico del mundo, tantas personas vivían y trabajaban en condiciones tan precarias. Estas fueron las semillas de los movimientos de reforma que sacaron a los niños de las fábricas y los llevaron a la educación pública. Los reformadores lucharon por un salario mínimo, condiciones de trabajo seguras y una jornada laboral de ocho horas, entre otras causas. Sin embargo, estas reformas a menudo no se propagaban hacia el mundo colonizado, en donde Gran Bretaña colocaba a decenas de personas a trabajar en la extracción de materias primas.
El azúcar industrializado llega a casa
La producción y las ganancias en una parte del mundo dependían de la extracción y explotación en otro sector. Para comprender esto, consideremos el impacto de la Revolución Industrial sobre tres productos globales: el azúcar, el trigo y el cobre.
Ya leyeron acerca de cómo los europeos llevaron la caña de azúcar al Caribe desde el sudeste de Asia. Obligaron a la población esclavizada a cultivar y a refinar dicha azúcar. El mundo adquirió una adicción a este producto dulce y comenzó a exigir más. Luego, al comienzo del siglo XIX, el gobierno británico declaró ilegal la trata de esclavos e hizo respetar dicha ley con cañoñeras que recorrían el Atlántico en busca de esclavos. Esto significaba que las plantaciones de azúcar, que dependían del trabajo forzado, eran menos lucrativas. En respuesta, los colonizadores y financieros europeos llevaron sus negocios al Sudeste Asiático, donde comenzó el azúcar. Las Indias Orientales Neerlandesas (la actual Indonesia) fueron especialmente productivas. Los neerlandeses obligaron a los pueblos colonizados a convertir las granjas para la producción de azúcar. Los neerlandeses construyeron fábricas de azúcar a una escala industrial. Los granjeros se convirtieron en trabajadores asalariados y las granjas se convirtieron en fábricas de azúcar.
Obligar a las personas en el Océano Índico a cultivar azúcar no solo perjudicó a esas personas; también devastó las sociedades caribeñas que dependían del azúcar. Puede que algunas personas esclavizadas en ciertas islas del Caribe obtuvieran su libertad, pero aún necesitaban de cultivos comerciales como el azúcar para vender en el mercado mundial. El alza en la producción de azúcar en el Océano Índico bajó los precios y derrumbó las economías del Caribe.
La industrialización impulsada por el trigo
El historiador Thomas Finger explica que el trigo, tanto como el carbón, impulsaron las fábricas de Inglaterra. El carbón alimentaba las máquinas, pero el trigo alimentaba a los trabajadores. La producción mundial de trigo se revolucionó el siglo XIX para alimentar a los trabajadores asalariados ingleses.
A comienzos del siglo XIX, se elevaron los previos del pan. Esto generó incertidumbre en las ciudades de Gran Bretaña, donde vivía un puñado de personas de la clase trabajadora que dependían de un pan barato. Si querían mantener las fábricas abiertas, los británios necesitaban el pan a bajo costo. Sus esfuerzos por importar trigo transformaron las regiones productoras de trigo alrededor del mundo, en particular en Rusia, Argentina y California.
Los capitalistas británicos financiaron los ferrocarriles en el sur de Rusia cerca del Mar Negro. Esto facilitó la obtención del trigo ruso para las embarcaciones británicas en el puerto de Odessa. Los británicos exigían un trigo a bajo costo transformando a esta región de Rusia en una de las principales productoras de trigo en el mundo Los campesinos rusos estaban conectados con los trabajadores asalariados ingleses por cientos de millas de vías férreas. En Argentina, los financieros británicos financiaron nuevos ferrocarriles y puertos, transformando las granjas de subsistencia en granjas industriales de trigo. En California, casi todas las exportaciones de trigo conformaban la travesía marítima de 17.000 millas de San Francisco a Liverpool, Inglaterra. Este intercambio lucrativo (y el financiamiento británico que llegó con el) cambió el panorama de California. Quienes minaban oro se convirtieron en agricultores de trigo y grandes franjas del terreno interno de California se convirtieron en campos de trigo.
El cobre conecta al mundo con Gales
Por miles de años, los humanos derritieron el mineral de metal cerca de donde se minaba. Los historiadores Chris Evans y Olivia Saunders explican que la industrialización cambió eso. La ciudad de Swansea, en Gales, era un centro de fundición de cobre británico. Habían obtenido siempre su cobre de las minas cercanas. Alrededor de 1830, los barcos de vapor hicieron posible que Swansea importara mineral de cobre del Caribe, América del Sur, Australasia, el sur de África, Argelia, Estados Unidos y Canadá. Esta pequeña esquina de Gales se convirtió en el centro de una red de cobre mundial que alcanzaba a cada continente.
Para mediados del siglo XIX, Swansea producía el 50 por ciento del cobre del mundo. Su red de cobre incluía esclavos africanos, indígenas americanos, trabajadores chinos con contrato, financieros británicos e indios y marineros de todas partes del mundo. Todos se constituían para satisfacer la demanda británica de este metal anaranjado. El cobre también se vinculaba a las industrias del trigo y el azúcar. Los motores a vapor que trasladaban el azúcar y el trigo alrededor del mundo dependían de componentes de cobre. Las tinas de cobre eran cruciales para el refinamiento del azúcar. La demanda del cobre transformó a Swansea en un paisaje viciado que apestaba a azufre y estaba inmerso en el humo de los hornos de cobre.
Conclusión
Cada una de estas tres industrias: azúcar, trigo y cobre, dependía de los motores a vapor británicos, sistemas financieros y trabajadores asalariados. En cada caso, desde los niños británicos obligados a trabajar en fábricas, a los pueblos colonizados forzados a cultivar el azúcar, a los agricultores campesinos al sur de Rusia, a los miles de trabajadores esclavizados y libres que derretían el cobre, las conexiones mundiales forjadas por la Revolución Industrial reestructuraron las comunidades locales, las redes comerciales y las vidas de los obreros.
Fuentes
Bosma, Ulbe. The Sugar Plantation in India and Indonesia: Industrial Production 1770-2010. Cambridge: Cambridge University Press, 2013.
Clark, Gregory and David Jacks. “Coal and the Industrial Revolution, 1700-1869.” European Review of Economic History 11, issue 1 (April 2007), pp. 39-72.
Evans, Chris and Olivia Saunders. “A World of Copper: Globalizing the Industrial Revolution, 1830-70.” Journal of Global History 10 (2015), pp. 3-26.
Finger, Thomas D. “Invisible Commodities in World History: The Case of Wheat and the Industrial Revolution.” World History Bulletin 28.2
Griffin, Emma. Liberty’s Dawn: A People’s History of the Industrial Revolution. New Haven: Yale University Press, 2013.
Humphries, Jane. Childhood and Child Labour in the British Industrial Revolution. Cambridge: Cambridge University Press, 2010.
Stearns, Peter. The Industrial Turn in World History. New York: Routledge, 2016.
Bennett Sherry
Bennett Sherry tiene un doctorado en Historia de la Universidad de Pittsburgh y tiene experiencia docente de pregrado en historia mundial, derechos humanos y el Medio Oriente en la Universidad de Pittsburgh y la Universidad de Maine en Augusta. Además, es investigador adjunto en el Centro de Historia Mundial de Pitt. Bennett escribe sobre refugiados y organizaciones internacionales en el siglo XX.
Créditos de las imágenes
Este trabajo tiene licencia CC BY 4.0 excepto lo siguiente:
Portada: Revolución Industrial, Inglaterra, Minería, grabado del siglo XIX. © Photo by Prisma / UIG / Getty Images
El horizonte de Manchester, Inglaterra. Para el siglo XIX, Manchester se había convertido en el corazón de la manufactura de textiles británica. Las fábricas de la industrialización modificaron el horizonte. Manchester de Kersal Moor, por William Wyld, 1852. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Wyld,_William_-_Manchester_from_Kersal_Moor,_with_rustic_figures_and_goats_-_Google_Art_Project.jpg#/media/File:Wyld,_William_-_Manchester_from_Kersal_Moor,_with_rustic_figures_and_goats_-_Google_Art_Project.jpg
Sala de hilado Magnolia Cotton Mills, 1911. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Interior_of_Magnolia_Cotton_Mills_spinning_room._See_the_little_ones_scattered_through_the_mill._All_work._Magnolia..._-_NARA_-_523307.jpg#/media/File:Interior_of_Magnolia_Cotton_Mills_spinning_room._See_the_little_ones_scattered_through_the_mill._All_work._Magnolia..._-_NARA_-_523307.jpg
Una niña trabajando en una fábrica textil, New England, 1910. Imagen de Lewis W. Hine a través del Museo Metropolitano de New York. Procesado y colorizado por Kelly Short. Dominio público. https://www.flickr.com/photos/kellyshort6/7717116156/in/photostream/
El Puerto de Odessa, Rusia, 1890. De la División de Impresiones y Fotografías de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:The_Port_Practique,_Odessa,_Russia,_(i.e.,_Ukraine)-LCCN2001697471.jpg#/media/File:The_Port_Practique,_Odessa,_Russia,_(i.e.,_Ukraine)-LCCN2001697471.jpg
Fábrica de cobre de la empresa Bristol cerca de Swansea, 1811. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:The_Bristol_company_copper_works,_near_Swansea.jpeg#/media/File:The_Bristol_company_copper_works,_near_Swansea.jpeg
Una tina de cobre en una fábrica de azúcar abandonada en las Islas Vírgenes Británicas. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Vat_-_%27Big_Copper%27.jpg#/media/File:Vat_-_'Big_Copper'.jpg