Armas nucleares
Antecedentes
En 1938, un pequeño grupo de científicos alemanes descubrieron por accidente la fisión nuclear. Observaron que un átomo radioactivo liberaba una gran cantidad de energía al dividirse. Este nuevo descubrimiento tenía un enorme potencial como arma de guerra. A medida que el régimen nazi comenzaba a establecer mayores controles sobre la población alemana, muchos científicos huyeron de Alemania. Algunos de estos científicos llegaron hasta los Estados Unidos e informaron al destacado científico Albert Einstein del poder oculto en la fisión nuclear.
En agosto de 1939, Einstein firmó una carta que fue enviada al presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt. La carta le advertía al presidente de una nueva y potencialmente peligrosa arma. La carta de Einstein-Szilard declaraba “que el elemento uranio podía convertirse en una nueva e importante fuente de energía en un futuro cercano ... Este nuevo fenómeno también llevaría a la construcción de bombas, y cabe imaginarse, aunque con una menor certeza, que pudiesen construirse bombas extremadamente poderosas de un nuevo tipo. Una sola bomba de este tipo, llevada en un bote y detonada en un puerto, bien podría destruir todo el puerto junto con algo del territorio circundante...” (Einstein).
La carta de Einstein alarmó al presidente Roosevelt. Le preocupaba que esta tecnología pudiese ser usada por los alemanes en contra de los civiles en Europa y América. Cuando Hitler invadió Polonia un año más tarde, Roosevelt sabía que debía hacer algo. Como consecuencia, los estadounidenses crearon el Proyecto Manhattan en agosto de 1942. Se trataba de una misión secreta para sacar partido al poder de la fisión nuclear y así crear una bomba. El físico J. Robert Oppenheimer fue designado para estar a cargo del proyecto de máxima seguridad en la base de New Mexico. El Proyecto Manhattan estaba bajo la dirección del ejército de los Estados Unidos. Pero se trataba de un proyecto conjunto que contemplaba la participación de profesionales de la milicia, científicos y compañías privadas.
Roosevelt murió justo antes del término de la guerra en Europa durante la primavera de 1945. Sin embargo, el arma secreta de los Estados Unidos aun no había sido probada por completo o a modo operativo. En julio de 1945, la Prueba Trinity confirmó el poder y capacidad de destrucción de una bomba de fisión nuclear controlada.
El nuevo presidente de los Estados Unidos era Harry S. Truman. Truman envió un ultimátum al emperador japonés. Le advirtió al emperador Hiroshito sobre la “inminente y total destrucción de Japón” si no presentaban su rendición incondicional ante los Aliados. Esta advertencia recibió el nombre de Declaración de Potsdam. El 6 de agosto de 1945, una bombardero B-29 dejó caer la primera bomba atómica sobre Hiroshima. Conocida como “Little Boy”, la bomba fue lanzada desde un avión bautizado como Enola Gay. Aproximadamente 80.000 ciudadanos japoneses murieron al instante. La explosión arrasó un área que comprendía cinco millas cuadradas. Pero el emperador Hiroshito no se rindió. En respuesta, Truman ordenó el lanzamiento de una segunda bomba nuclear llamada “Fat Man”. La bomba impactó en la ciudad de Nagasaki el 9 de agosto de 1945. Unos 40.000 japoneses murieron al menos en este ataque. Miles más murieron en las zonas de Hiroshima y Nagasaki en los meses y años por delante a causa del envenenamiento por radiación de estas explosiones. Japón finalmente presentó su renuncia ante los Aliados el 15 de agosto de 1945. La Segunda Guerra Mundial había llegado a su final oficialmente.
Aquellos que lucharon y sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial fueron testigos de algunas de las tragedias más horrendas que el mundo haya visto jamás. Esta guerra no tenía comparación con las anteriores. Millones de personas murieron en campos de concentración amparados por el racismo y el antisemitismo. Cientos de miles fueron asesinados por una nueva, poderosa y letal bomba atómica. Las personas han debatido por largo plazo si el uso de la bomba atómica era la única forma de triunfar en la guerra del Pacífico, como lo afirmaba la administración de Truman.
El debate político-histórico
El Dr. Peter Zimmerman es un físico nuclear estadounidense. También es profesor emérito en el Departamento de Estudios de Guerra del King's College de Londres. Zimmerman recientemente escribió un artículo que titulaba: “Truman estuvo en lo correcto al lanzar la bomba atómica”. Este pasaje del artículo científico explica su argumento:
“La decisión de Truman a menudo se enmarca como «la bomba o la invasión»... Y no en si; la opción era entre las bombas, que podrían forzar el término de la guerra y retrasar todos los demás escenarios. Los otros medios para terminar con la guerra eran crueles. Un bloqueo hubiese causado hambruna en el país. La invasión soviética de Manchuria y Corea daría pie a la ocupación planificada de Hokkaido por parte de Stalin. El bombardeo convencional por parte de los Estados Unidos a las ciudades japonesas continuaría hasta que las Fuerzas Aéreas del Ejército literalmente se quedaran sin objetivos. La red ferroviaria utilizada para distribuir alimentos se arruinaría aún más...
Lo que tienen en común todas las alternativas al bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki es el largo tiempo antes de que sus efectos aplastaran la voluntad de Japón de continuar la batalla.
El bloqueo marítimo de las islas natales estaba en vigencia, y mandaron a cortar el suministro de alimento de las granjas en Corea, Hokkaido y al norte de Honshu para la población japonesa.
La escasez de comida estaba causando efecto. Cuando comenzó la ocupación de los Estados Unidos, la ración de alimento de Tokio se redujo a 900 calorías por día, aún no se acercaba al nivel de 600 calorías en un campo de concentración nazi, pero era lo suficientemente mala para causar debilidad y la muerte de algunos ancianos. Algunos en el gobierno imperial habían previsto revueltas por comida y guerra civil en diciembre. Pero no en agosto ni septiembre.
Los bombardeos de los B-29 destruían una ciudad japonesa cada semana. Si la guerra se hubiera extendido por otro mes, cuatro o más ciudades hubieran sido reducidas a cenizas. Un atentado como el de Hiroshima por semana. Pero en agosto, la población y el gobierno japoneses se habían acostumbrado a una destrucción relativamente lenta; hubo tiempo para recuperarse un poco entre redadas, extinguir algunos incendios, evacuar a algunas personas y establecer algún tipo de refugio temporal. Este aplazamiento amortiguó el impacto de las redadas constantes.
A medida que acababa julio y llegaba agosto, la situación exigía terapia de choque. La lenta disminución de las fortunas japonesas debía replantearse a raíz de un evento repentino y catastrófico. Debía hacerse algo para cambiar la percepción en Tokio respecto a que luchar para cumplir con cierto código de honor y lealtad hacia el emperador era preferible a ganar la paz.
Los Aliados deseaban evitar una invasión a Japón a toda costa. Nuestra cifra de muertos prevista estaba por encima de los 100.000 soldados y marineros aliados...La batalla por Okinawa mostró a los Aliados que Japón lucharía hasta que muriera el último civil” (Zimmerman).
Muchos no están de acuerdo con la decisión de Truman y la explicación de Zimmerman. No creen que la bomba atómica implicara menos daño para el bando de las fuerzas japonesas y para el de los aliados, que una invasión. Gar Alperovitz es un historiador estadounidense y miembro del Instituto de Política de Harvard y del King's College de Cambridge. Escribió que el principal objetivo de Truman al lanzar las bombas era intimidar a la Unión Soviética. El embajador de la Unión Soviética en 1945 era Joseph E. Davies. Se había reunido con el presidente Truman en mayo de 1945, tan solo dos meses antes del primer ensayo exitoso de la bomba atómica. En dicha reunión, Truman reveló que aplazaría las conversaciones con Stalin en lo respectivo a la situación mundial posguerra antes que se hubiesen completado los resultados de las pruebas. Davies escribió, “estaba sorprendido, impactado y perplejo” acerca de la decisión de Truman. En una nota a pie de página, escribió: “Uranio: por razones de seguridad, tendré que completar esto más tarde” (Alperovitz, 1985).
“El 16 de julio se probó con éxito la primera bomba atómica en Alamogordo, N.M. El 17 de julio, Truman se sentó a hablar con Stalin. Y el 6 de agosto, una bomba caería sobre Hiroshima, dando muerte en última instancia a unos 130.000 japoneses y cambiando el mundo...
La mayoría de los estadounidenses asume que la razón por la cual Hiroshima y Nagasaki fueron destruidos fue simplemente para prevenir una invasión costosa a Japón.
Sin embargo, los documentos más recientes han fortalecido la teoría de que hubo participación de otras consideraciones, especialmente el impacto de las nuevas armas en la diplomacia respecto a la Unión Soviética.
La invasión de Japón, que según el presidente Truman podría costar hasta un millón de bajas, estaba programada para comenzar el 1 de noviembre... (Los documentos de la época sugieren que muchos planificadores previeron muchas menos bajas).
Pero a mediados del verano de 1945, Japón se encontraba en deplorables condiciones. La forma en que la inteligencia aliada entendió la situación en ese momento se detalló en un informe al Estado Mayor Combinado estadounidense y británico.....
“Los efectos crecientes del bloqueo marítimo y la devastación acumulada forjados por el bombardeo estratégico...ya había dejado a millones sin casa y destruido del 25 al 50 por ciento de la superficie edificada de las ciudades de mayor importancia en Japón...Una rendición condicional...podría llegar de su parte en cualquier momento”.
Adm. William D. Leahy, quien se desempeñó como jefe de gabinete del presidente y presidió el Estado Mayor Conjunto, escribió en su diario a mediados de junio que en el marco actual...se puede disponer de la rendición japonesa bajo términos que pueden ser aceptados por Japón y que constituirán una provisión completamente satisfactoria para la defensa de Estados Unidos contra futuras agresiones transpacíficas”. Posteriormente, Leahy reflexionaría que el uso de esta temible arma en Hiroshima y Nagasaki no fue de ayuda material en nuestra guerra contra Japón”.
De igual manera, más tarde Eisenhower declararía que «no era necesario’ atacar a los japoneses con esa espantosa cosa» (Alperovitz, 1985).
Existe una tercera teoría de por qué los estadounidenses usaron las bombas atómicas en Japón. También respalda la idea de que el bombardeo fue utilizado como ventaja contra la Unión Soviética. El profesor Tsuyoshi Hasegawa es un historiador japonés estadounidense de la Universidad de California, Santa Barbara. Él señala un argumento mucho más complejo en Racing the Enemy: Stalin, Truman, and the Surrender of Japan (2005). Hasegawa explica cómo la Unión Soviética tuvo participación en ambos bandos para intentar conseguir territorios en Asia durante la Segunda Guerra Mundial y propone que Japón no se rindió incondicionalmente debido a las bombas atómicas estadounidenses. Él cree que se rindieron debido a la participación de la Unión Soviética en la guerra contra Japón.
“...Stalin fue un partícipe activo, no un actor de reparto, según lo han ilustrado los historiadores hasta el momento, en el melodrama de la rendición japonesa. Participaba de una hábil diplomacia maquiavélica1 para manipular los deseos japoneses de negociar la paz para sus propios fines. Estuvo involucrado en intensas negociaciones con los estadounidenses y reaccionó con decisión a las maniobras estadounidenses. Intimidó a los chinos para que aceptaran los términos soviéticos y persiguió sin piedad la diplomacia y las operaciones militares para asegurar los territorios a los que sentía con derecho a reclamar.
El estudio también hace alusión a la utilización estadounidense de la bomba atómica en un entorno más amplio. La bomba brindó una solución al dilema previamente insoluble que enfrentaba Truman: lograr la rendición incondicional de Japón antes de la entrada soviética en la guerra. Truman emitió la Proclamación de Potsdam, no como una advertencia a Japón, sino para justificar el uso de la bomba atómica. Desafío a la opinión común indicando que la bomba atómica dio el golpe de gracia inmediato y decisivo a la voluntad de lucha de Japón. De hecho, el ingreso soviético a la guerra cumplió una función más importante que las bombas atómicas en la inducción de Japón a la rendición” (Hasegawa, 5).
De hecho, Fumimaro Konoe, admitió que la derrota estaba cerca a comienzos de febrero de 1945. En ese momento, Fumimaro Konoe era el primer ministro de Japón y había realizado la confesión al emperador Hiroshito.
“Mientras los Tres Grandes se reunían en Yalta el 14 de febrero, Konoe presentó su memorándum a Hirohito. ‘Lamento decir que la derrota de Japón es inevitable,’ comenzó relatando. ‘La derrota dañará nuestra kokutai (identidad nacional),2 pero la opinión pública en América e Inglaterra no ha llegado lo suficientemente lejos como para sepultar la kokutai...Por lo tanto, no deberíamos preocuparnos por la derrota en sí. De lo que debemos preocuparnos es de una revolución comunista que pueda acompañar a la derrota”. Konoe luego indicó que la Unión Soviética estaría interesada en expandir su influencia en Asia, tal como lo había hecho en Europa del Este. Tarde o temprano, los soviéticos interferirían en la situación interna de Japón...la única forma de salvar la kokutai sería negociar con los Estados Unidos y Gran Bretaña tan pronto como sea posible, una acción que requeriría la intervención directa del emperador en contra de la milicia (37)”.
La caída de las bombas atómicas ciertamente envió un mensaje claro a Japón. Los estadounidenses tenían nuevas armas que dejaban consecuencias terribles. Pero los japoneses también se habían acostumbrado en cierto modo a los constantes bombardeos de sus ciudades y objetivos militares. Para muchos japoneses, las bombas atómicas implicaban más una continuación de estos bombardeos. Las bombas atómicas no eran actos que llevaron a la eventual e incondicional rendición del emperador. El 8 de agosto, los soviéticos invadieron Manchuria. Esto ocurrió solo dos días después del bombardeo de Hiroshima. Cuando se combinó con los bombardeos y la declaración de guerra soviética contra Japón, los japoneses sabían que debían rendirse.
Las secuelas
Si bien la justificación para dejar caer las bombas es materia de discusión, el mundo después de 1945 sin duda había cambiado para siempre. El uso de las bombas llevó a la devastación y a las muertes. Pero también condujo a una carrera entre los estados para acceder y mejorar la tecnología utilizada para crear estas armas nucleares. Los Estados Unidos y la Unión Soviética, en particular, comenzaron a acumular reservas de armas nucleares durante la Guerra Fría. Con el tiempo, otras naciones como el Reino Unido, China, Francia y la India obtuvieron sus propias armas nucleares.
El miedo y los horribles efectos del asedio nuclear también llevaron a la creación de numerosos grupos antinucleares. Los movimientos sociales cumplieron mayoría de edad en las décadas de 1960 y 1970. Más gente exigía vivir en un mundo que tuviese menos amenazas para humanos y para el medio ambiente. Una de las protestas más grandes en la historia política estadounidense ocurrió en 1982 cuando cerca de un millón de personas marcharon en la ciudad de Nueva York para protestar contra la proliferación nuclear. Marchas, protestas, activismo y tratados han seguido impactando nuestra era nuclear; sin embargo, los gobiernos no siempre han estado listos y dispuestos a deshacerse de sus armas nucleares.
1 Maquiavélico es un término usado para referirse a políticos o jefes de estado que emplean prácticas un tanto despiadadas para lograr sus objetivos. El término proviene del nombre del autor del Renacimiento italiano Nicolás Maquiavelo, quien escribió El Príncipe como una guía política dedicada a Lorenzo de Medici, gobernante de Florencia, Italia, a finales del siglo XV y principios del XVI.
2 Kokutai se refiere a la idea de soberanía o unidad nacional en Japón en la que el emperador se convertía en la autoridad suprema en términos de estado, identidad nacional y militar. “El kokutai era una expresión simbólica de la esencia política y espiritual del sistema del emperador” (Hasegawa, 4). Uno de los principales problemas que tuvieron los japoneses con los términos de la Declaración de Potsdam fue que exigía la rendición incondicional del emperador, o la encarnación de toda la cultura japonesa y el estado.
Fuentes
Alperovitz, Gar. “Drop the Bomb? Not to End the War, But Truman Wanted to Intimidate Russia.” The Washington Post, 1985. Accessed 25 February 2019. https://www.washingtonpost.com/archive/opinions/1985/08/04/did-america-have-to-drop-the-bombnot-to-end-the-war-but-truman-wanted-to-intimidate-russia/46105dff-8594-4f6c-b6d7-ef1b6cb6530d/?utm_term=.dba765a7ff13
Alperovitz, Gar. “Hiroshima: Historians Reassess.” Foreign Policy 99 (1995): 15-34.
Asada, Sadao. “The Shock of the Atomic Bomb and Japan’s Decision to Surrender: A Reconsideration.” Pacific Historical Review 67, no. 4 (1998): 477-512.
Einstein, Albert. Letter to Franklin D. Roosevelt, 1939. Accessed 25 February 2019. http://www.fdrlibrary.marist.edu/archives/pdfs/docsworldwar.pdf
Hasegawa, Tsuyoshi. “The Atomic Bombs and the Soviet Invasion: What Drove Japan’s Decision to Surrender?” The Asia-Pacific Journal 5, no. 8 (2007). Accessed 19 March 2019. https://apjjf.org/-Tsuyoshi-Hasegawa/2501/article.html
Hasegawa, Tsuyoshi. Racing the Enemy: Stalin, Truman, and the Surrender of Japan. Cambridge, MA: Belknap Press of Harvard University Press, 2005.
Potsdam Declaration. Proclamation Defining Terms for Japanese Surrender Issued, at Potsdam, July 26, 1945. Accessed 25 February 2019. http://www.ndl.go.jp/constitution/e/etc/c06.html
Smith, David. “I don’t blame them but I hope they mourn the dead.” The Guardian, 24 July 2005. Accessed 19 March 2019. https://www.theguardian.com/world/2005/jul/24/secondworldwar.japan1
“Survivors of Hiroshima and Nagasaki.” Atomic Heritage Foundation. Accessed 19 March 2019. https://www.atomicheritage.org/history/survivors-hiroshima-and-nagasaki
Tanaka, Yuki. “Ground Zero 1945, A Schoolboy’s Story: Introduction to the Testimony of Atomic Bomb Survivor Akihiro Takahashi.” MIT Visualizing Cultures, 2008. Accessed 19 March 2019. https://visualizingcultures.mit.edu/groundzero1945_2/gz2_essay01.html
Zimmerman, Peter D. “Truman Was Right to Drop the Atomic Bomb: Dropping the bombs on Hiroshima and Nagaski brought the war to a quick end.” U.S. News and World Report, 2018. Accessed 25 February 2019. https://www.usnews.com/news/national-news/articles/2018-08-07/truman-was-right-to-drop-the-atomic-bomb
Bridgette Byrd O’Connor
Bridgette Byrd O'Connor tiene un doctorado en historia de la Universidad de Oxford y ha enseñado Gran Historia, Historia Mundial y AP del gobierno y política de los EE. UU. durante los últimos diez años a nivel de escuela secundaria. Además, es escritora independiente y editora de los programas de estudio del Proyecto Big History y del Curso Intensivo de Historia del Mundo y de la Historia de los Estados Unidos.
Créditos de las imágenes
Este trabajo tiene licencia CC BY 4.0 excepto lo siguiente:
Portada: Captura original de Hiroshima, Japón: Panorámica aérea de Hiroshima, Japón, después del bombardeo atómico durante la Segunda Guerra Mundial. © Bettmann/Getty Images.
Bola de fuego en Trinity Site, imagen tomada 0,016 segundos después de la detonación el 16 de julio de 1945. Fotografía tomada por Berlyn Brixner. Por Los Alamos National Laboratory, dominio público.
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Trinity_Test_Fireball_16ms.jpg#/media/File:Trinity_Test_Fireball_16ms.jpg
Nube de energía atómica sobre Hiroshima, imagen tomada por George R. Caron. Por National Archives y Administración de Archivos, dominio público.
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Atomic_cloud_over_Hiroshima.jpg#/media/File:Atomic_cloud_over_Hiroshima.jpg
Antes y después de las fotografías tomadas en Nagasaki, Japón después de que la bomba atómica fuese lanzada el 9 de agosto de 1945. Por U.S. National Archives, dominio público.
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Nagasaki_1945_-_Before_and_after.jpg#/media/File:Nagasaki_1945_-_Before_and_after.jpg