La revolución mexicana
Dos revoluciones por el precio de uno
Las revoluciones provocan desorden. Los historiadores intentan categorizarlas. Los políticos intentan simplificar su legado de beneficio personal. Pero las revoluciones no encajan en categorías ordenadas con héroes y villanos obvios, y los legados revolucionarios son más complejos de lo que cualquier político le harían creer. Un excelente ejemplo de esto es el legado de la Revolución mexicana, que comenzó en 1910.
Los revolucionarios mexicanos discrepaban de manera vehemente acerca de su propia revolución. Como ocurrió con las revoluciones del largo siglo XIX, tal como con las revoluciones francesa, estadounidense y latinoamericana, fue una revolución política liberal que estableció una nueva constitución y mandato democrático. Pero también fue una revolución social, como las revoluciones comunistas en Rusia, China y Cuba que vinieron después. La tensión entre estas dos ideas dividió a México y desembocó en una década de violencia.
¿Cuál es la diferencia entre las revoluciones políticas y sociales? Las revoluciones políticas liberales buscan establecer democracias representativas basadas en la libertad personal y la soberanía política. Estas revoluciones buscan un cambio en el sistema político. La revolución por otra parte, busca reformar el orden social. Las revoluciones sociales cambian los derechos de propiedad y quién controla la riqueza de una nación, mientras que las revoluciones políticas cambian el sistema político, pero dejan los sistemas económicos tal cual. Consideren la diferencia entre las revoluciones estadounidenses y haitianas. Ambas establecieron un nuevo orden político, pero solo la revolución haitiana abolió la esclavitud.
La democracia liberal y la chispa de la revolución, 1910-1913
La Revolución Mexicana comenzó en 1910 con la octava reelección del presidente Porfirio Díaz, quien gobernó desde 1876. Bajo el mandato de Díaz, México llevó a cabo elecciones presidenciales y de legislatura, pero en realidad, era casi imposible desafiar a Díaz. Él empleaba el poderío militar y policial para reprimir a los disidentes. Los terratenientes ricos y la clase media se beneficiaron del sistema económico de Díaz, pero ansiaban más poder político.
Díaz le abrió las puertas del país para los inversionistas y emprendedores extranjeros. Recibieron incentivos para comprar las minas, campos de aceite, territorio e industrias de México. Los inversionistas extranjeros disfrutaron de beneficios y salarios no disponibles para el pueblo mexicano. Al comienzo de la revolución, las compañías estadounidenses se adueñaron de un cuarto de todo el territorio mexicano. En México rural, los terratenientes adinerados e inversionistas extranjeros compraron tierras comunales y obligaron a los aldeanos, quienes no tenían otra alternativa, a trabajar en cultivos comerciales. El régimen de Díaz reclutaba pandillas para reprimir la resistencia entre las comunidades campesinas e indígenas.
Díaz fundamentaba su autoridad en la prosperidad económica de México. Y por décadas, sus políticas crearon una economía sólida, incluso si restringían las libertades de la gente. Sin embargo, durante la primera década del siglo XIX, las crisis económicas desestabilizaron al país mientras que la gran mayoría de los mexicanos que seguían en la pobreza eran azotados por las sequías. México estaba preparado para la chispa de la revolución.
Cuando Díaz se postuló para la reelección en 1910, Francisco Madero, miembro de una de las familias más ricas de México, denunció al régimen y lanzó el Partido Antirreeleccionista.1 Diaz encarceló a Madero, pero él escapó a los Estados Unidos. Desde Texas, Madero emitió un llamado a la revolución en nombre de una reforma agraria y la libertad política. Preparó la fecha para el 20 de noviembre de 1910. Partidarios de todas las diferentes clases socioeconómicas surgieron por todo México y Díaz no pudo contenerlos. Para el 25 de mayo de 1911, Díaz iba en un bote, dirigiéndose al exilio en Francia. A la edad de 38 años, Madero fue elegido presidente de forma aplastante. Su administración prometió un retorno a la democracia y libertad. Pero la libertad política fue solo una parte de lo que incitó la revolución.
Diez días trágicos, febrero de 1913
La principal preocupación de Madero fue la reforma democrática liberal, no la transformación social. Aunque él se encargó de liderar una coalición diversa. Además de más élites conservadoras, también se unió a los revolucionarios sociales como Pancho Villa y Emiliano Zapata. Villa y Zapata defendieron a las comunidades campesinas e indígenas y creían en transformar radicalmente la sociedad mexicana mediante la redistribución de la tierra de los terratenientes ricos a los grupos campesinos e indígenas. En el estado sureño de Morelos, Zapata libró una guerra de guerrillas, y en el norte, Villa dirigió la División del Norte, el ejército revolucionario más grande, en una serie de campañas militares exitosas y, a menudo muy brutales.
La presidencia de Madero fue corta. Sus políticas fueron demasiado radicales para los conservadores y demasiado moderadas para los revolucionarios sociales. Por ejemplo, fue demasiado lento para seguir adelante con la reforma agraria y conservó algunos elementos del mandato de Díaz. Cuando fue cuestionado por las rebeliones regionales, Madero usó al ejército federal, que había apoyado a Díaz, contra sus antiguos aliados. Después de quince días en la oficina, Madero fue derrocado. Fue ejecutado en Febrero de 1913 durante los “Diez trágicos días”, el nombre que los historiadores le dieron a los diez días que transcurrieron desde el comienzo del golpe hasta la muerte de Madero. Madero había sido traicionado por el general Victoriano Huerta, quien se hizo con el poder y se declaró a sí mismo como dictador militar con el apoyo de los Estados Unidos.
Tan cerca de los Estados Unidos
Hablando de Estados Unidos, realmente no se puede contar la historia de la Revolución Mexicana sin la interferencia estadounidense, tanto gubernamental como comercial. Incluso Díaz una vez dijo: “Pobre México, tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos”. Los inversionistas estadounidenses poseían tantas propiedades en México que el gobierno de los Estados Unidos se interesó mucho en lo que estaba sucediendo allí. Comenzaron a demostrar un interés particular cuando los revolucionarios empezaron a hablar de reclamar esa propiedad. El gobierno de los Estados Unidos intervino una y otra vez durante la revolución, a menudo a pedido de los inversionistas estadounidenses. El gobierno estadounidense apoyó a diferentes facciones e incluso invadió México, tomando posesión de la ciudad de Veracruz.
Mientras se desarrollaba una revolución al sur de su frontera, Estados Unidos vio cómo estallaba la Primera Guerra Mundial al otro lado del Atlántico. México se mantuvo neutral, proporcionando petróleo a la armada británica, pero también manteniendo una relación amistosa con Alemania. En 1917, un telegrama del gobierno alemán, conocido como Zimmerman Telegram, sugería que México se uniera a Alemania si Estados Unidos declaraba la guerra. El gobierno mexicano no tenía interés, creyendo que una guerra con su vecino del norte sería desastrosa. Pero los británicos informaron al gobierno de los EE. UU. del telegrama, lo que ayudó a incorporar la participación de los EE. UU. en la guerra en Europa.
La lucha por definir la Revolución, 1913-1920
Las políticas de Madero ciertamente disgustaron a los revolucionarios, pero estaban mucho más unidos contra Huerta. Pancho Villa y Zapata se aliaron con los liberales y derrotaron a Huerta en julio de 1914. Pero pronto después de su victoria, los revolucionarios nuevamente se dividieron en campos opuestos.
Los Convencionistas, incluido Pancho Villa y Zapata, buscaron reformas económicas y sociales. The Constitucionalistas, dirigidos por Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, deseaban establecer una democracia liberal, pero estaban menos dispuestos a devolver la tierra a los campesinos y a las aldeas indígenas. Los dos bandos no pudieron resolver sus diferencias, y la guerra civil que vino tras cartón fue el período más violento de la revolución. De 1915 a 1917, un millón de civiles y soldados sucumbieron en la batalla.
Los Constitucionalistas se alzaron victoriosos. Aprobaron una constitución y eligieron a Carranza como presidente. La Constitución mexicana de 1917 consagró derechos legales y políticos, pero también exigió derechos económicos y justicia social. El documento pedía la reforma agraria, la nacionalización de los recursos y los derechos de los trabajadores. En la práctica, sin embargo, el gobierno posrevolucionario ignoró muchas de estas promesas.
Consolidación de la Revolución, 1920-1940
Muchos de los historiadores marcaron la elección del presidente Álvaro Obregón en 1920 como el fin de la Revolución mexicana. Zapata fue asesinado en 1919 bajo las órdenes de Carranza. Pronto después asesinarían a Carranza. Pancho Villa se jubiló en 1920 y fue asesinado tres años después. Independiente de que haya terminado en 1917 o 1920, la violencia continuó en la revolución. Cada elección presidencial en la década de 1920 produjo algún tipo de revuelta. El presidente Plutarco Calles sucedió a Obregón y fundó el Partido Nacional Revolucionario, que ganó todas las elecciones presidenciales desde 1928 hasta 2000.
Fue Lázaro Cardenas, quien se convirtió en el cuadragésimo cuarto presidente de México en 1934, el que finalmente instituyó algunas de las promesas socioeconómicas de la constitución de 1917. Promulgó un amplio conjunto de reformas sociales y económicas que transformaron la sociedad mexicana. Reforzó los sindicatos, nacionalizó la industria petrolera de México y redistribuyó más de 70.000 millas cuadradas de tierra. Eso equivaldría aproximadamente al tamaño de Siria.
Legado revolucionario
Más de un millón de personas fue asesinada en la revolución y cientos de miles huyeron a los Estados Unidos. Toda esta violencia y conmoción transformó a México, aunque bastante permaneció igual manera. La revolución terminó con la dictadura de Porfirio Díaz y desde 1928, no se les ha permitido a los presidentes mexicanos postularse a una reelección. La constitución de 1917 consagró derechos políticos y socioeconómicos y restringió el poder de la iglesia católica. Eventualmente, la revolución trajo educación universal, derechos laborales, reforma agraria y la nacionalización de algunas industrias.
Pero el cambio fue limitado y no todos se beneficiaron por igual. Miles de mujeres se unieron o fueron obligadas a unirse a los ejércitos revolucionarios. Las mujeres obtuvieron algunos derechos después de 1917, pero su papel relevante en la revolución pasó mayormente desapercibido. Las mujeres no obtendrían el derecho a voto hasta 1953. Los terratenientes acaudalados siguieron al mando de la economía. El sector rural, que había sufrido lo peor en la batalla, terminó beneficiándose. A pesar del entusiasmo por la reforma agraria, la mayoría de los campesinos siguió experimentando pobreza.
Basta con observar el Monumento a la Revolución, un símbolo perfecto para el legado complejo de la Revolución mexicana. Pensado como edificio legislativo federal, sus cimientos fueron construidos por Porfirio Díaz antes de la revolución de 1910. El presidente Madero continuó su construcción, pero ahora como un monumento a la democracia. El caos de la revolución retrasó su finalización hasta la década de 1930. Allí yacen los restos de los héroes de la revolución: Madero, Carranza, Villa, Calles y Cardenas. En vida, estos hombres discrepaban, a menudo de forma violenta, respecto al significado de la Revolución mexicana. En la muerte, los amargos rivales simbolizan que quizás el legado de la Revolución mexicana es más que la suma de sus partes.
1 Aunque técnicamente la mayoría de los hombres tenían derecho a voto, el régimen de Díaz promulgó varias medidas antidemocráticas para asegurar la victoria para él y sus seguidores. El sufragio universal masculino fue garantizado por la constitución de 1917, pero las mujeres no obtuvieron el derecho al voto hasta 1953.
Fuentes
Buchenau, Jürgen. The Last Caudillo: Alvaro Obregón and the Mexican Revolution. Malden, MA: Wiley-Blackwell, 2011.
Duncan, Mike. “Season 9: The Mexican Revolution.” Revolutions Podcast. Podcast audio. August 12, 2018–March 12, 2019. https://www.revolutionspodcast.com/
Knight, Alan. The Mexican Revolution: A Very Short Introduction. Oxford: Oxford University Press, 2016.
Osten, Sarah. The Mexican Revolution’s Wake: The Making of a Political System, 1920–1929. New York: Cambridge University Press, 2018.
Richmond, Douglas W., and Haynes, Sam W., eds. The Mexican Revolution: Conflict and Consolidation, 1910–1940. College Station: Texas A&M University Press, 2013.
Alejandro Quintana y Bennett Sherry
Alejandro Quintana es profesor asociado de Historia en la Universidad de St. John en la ciudad de Nueva York. Su investigación y docencia se centran en la formación del Estado, la construcción de naciones, el nacionalismo, las revoluciones y los movimientos sociales durante los siglos XIX y XX.
Bennett Sherry tiene un doctorado en Historia de la Universidad de Pittsburgh y tiene experiencia docente de pregrado en historia mundial, derechos humanos y el Medio Oriente en la Universidad de Pittsburgh y la Universidad de Maine en Augusta. Además, es investigador adjunto en el Centro de Historia Mundial de Pitt. Bennett escribe sobre refugiados y organizaciones internacionales en el siglo XX.
Créditos de las imágenes
Este trabajo tiene licencia CC BY 4.0 excepto lo siguiente:
Imagen de la portada: Zapatistas y campistas en marcha a Xochimilco.© Bettmann / Contributor / Getty Images.
Presidente Porfirio Diaz, en 1910. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Porfirio_diaz.jpg
Una airada protesta celebrando la elección del presidente Francisco Madero in 1911. Dominio público. https://www.loc.gov/item/99615849/
Soldados estadounidenses izando la bandera de EE. UU. en la ciudad mexicana de Veracruz durante la ocupación estadounidense 1914. Dominio público. http://loc.gov/pictures/resource/ggbain.15834/
Pancho Villa (centro) y Emiliano Zapata (con el gran sombrero) en 1914. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Gral._Urbina,_Gral._Villa,_Gral._Emiliano_Zapata._Mexico._12-6-14_(29803803913).jpg
El Monumento a la Revolución en Ciudad de México. Por Haakon S. Krohn, CC BY-SA 3.0. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Monumento_a_la_Revoluci%C3%B3n_2.jpg