Cristiandad

Por Jesse Lynch
Junto con el Islam, la caída del Imperio Romano fue testigo del ascenso de dos comunidades cristianas, la Cristiandad binzantina y latina, con algunos valores religiosos y culturales compartidos, pero estructuras de poder ampliamente diferentes.

Cookie Policy

Our website uses cookies to understand content and feature usage to drive site improvements over time. To learn more, review our Terms of Use and Privacy Policy.

Detailed mosaic shows 10 men. They are dressed plainly, standing on a green floor against a gold video

Sucesores religiosos de Roma

Durante siglos, el Imperio Romano dominó lo que podían llamar el mare nostrum, que significa “nuestro mar”. Fue a través de las redes de intercambio en el Mar Mediterráneo que la forma de vida romana se extendió y prosperó. Aquellos que vivían durante esta época probablemente creían que el enorme imperio duraría para siempre. Nadie esperaba que se fragmentaría en partes contrapuestas y hostiles divididas por la política y la religión. Pero con el tiempo la prosperidad y estabilidad del imperio pasó a ser algo del pasado.

Después de la división del imperio para el siglo V, surgieron los tres principales sucesores a su amplio territorio. Cada de una estas sociedades eventualmente tomaría el lugar de Roma restaurando el orden político y social de nuevas maneras. Se definen a sí mismos de forma diferenciada con respecto al antiguo mundo romano y basaban sus comunidades en gran medida en la religión. Uno de los sucesores de Roma fue el Islam, cuyos seguidores establecieron un califato que finalmente lograría conquistar una gran porción del antiguo territorio romano. Los otros dos eran el Imperio bizantino (o la cristiandad bizantina) en el este y varios estados que practicaban el catolicismo romano (o la cristiandad latina) en occidente.

Las comunidades de Bizancio y la cristiandad latina compartían un vínculo común de fe cristiana, y a veces las llamamos colectivamente “cristiandad”. Las comunidades de Europa Occidental en este periodo son conocidas mayormente como la Cristiandad latina. La región oriental de Europa formó un estado cristiano alrededor de la ciudad de Bizancio (Constantinopla). Todavía era lo suficientemente similar al Imperio Romano, ya que las personas que vivían bajo el dominio bizantino se llamarían con orgullo romanos. La fe cristiana en tanto se convirtió en el vínculo, o red, que los unía, para toda la región.

La gente podía viajar y comerciar a través de esta extensa región y seguir compartiendo puntos en común con los demás, incluso si no hablaran el mismo idioma.

A mosaic of a woman in an elaborate headdress and wearing jeweled clothing.
Teodora. Detalle del mosaico del siglo VI "Emperatriz Teodora en su corte", Meister von San Vitale en Ravenna. Dominio público.

Sin embargo, aunque la cristiandad latina y el Imperio de Bizancio compartían una fe cristiana, desarrollaron diferentes formas de pensar y vivir. Cada uno surgió de la destrucción, caos y debacle cultural del imperio romano y desarrolló sus propias tradiciones intelectuales e institucionales. Estas tradiciones se convirtieron en parte de su fe y moldearon sus comunidades de diferentes maneras.

Bizancio y los inicios del cisma religioso

Bizancio, a diferencia de la Cristiandad latina, permaneció como un imperio unificado durante la mayor parte de este periodo. Uno de los gobernantes más importantes de Bizancio fue Justiniano (r. 527-565 d.C.) quien nació de padres campesinos, pero con la ayuda de su tío, llegó a ser emperador. La esposa de Justiniano, Teodora, fue su consejera más importante. Juntos, se aseguraron de que el emperador permaneciera en el centro de los desarrollos estatales y religiosos. Su objetivo, por lo tanto, era que el emperador controlase todos los aspectos del estado y la iglesia.

Con el paso del tiempo, surgieron diferencias religiosas entre la práctica bizantina del cristianismo y la de la cristiandad latina, en occidente. Una de las disputas internas más importantes entre la iglesia en el oriente con aquellas en el occidente giraba en torno a la divinidad de Jesús. La iglesia oriental creía que Jesús era el hijo de Dios y por lo tanto de dos naturalezas: una divina y una humana. Mientras tanto la iglesia occidental creía que Jesús era el hijo de Dios, pero que ambos habían existido por toda la eternidad y por ende, su divinidad era análoga. Justiniano convocó un consejo de líderes eclesiásticos para intentar resolver estas diferencias, pero ningún lado esta dispuesto a ceder. Aunque esta no era la única diferencia entre el oriente y occidente. Había divisiones basadas en el idioma (oriente = griego; occidente = latín); celibato (oriente = sacerdotes casados; occidente = sacerdotes célibes); y pan usado para la Eucaristía (oriente = pan con levadura; occidente = sin levadura).

En el siglo VIII también habría una ruptura sobre los íconos, o imágenes religiosas/artísticas de Cristo, María y los santos. Esta ruptura fue conocida como la controversia de iconoclasia. En Bizancio, el emperador Leo III (r. 717-741 d.C.) prohibió las imágenes de Cristo o de la virgen María, y todas las imágenes y estatuas religiosas fueron destruidas. Para una comunidad unida por su fe religiosa, estas imágenes significaban todo. Y no era como si pudieses desplazarte hacia atrás en tu feed de redes sociales para recordar cómo se veía algo. En una época en la que muchos no sabían leer y escribir, estos íconos representaban vínculos con lo divino y una herramienta para comprender importantes historias bíblicas. En esencia, los íconos permitieron a las personas de todas las clases sociales comprender y participar en la fe, que ayudó a crear un sentido de comunidad entre los creyentes. La prohibición se levantó eventualmente, aunque no hasta mediados del siglo IX.

Para ese momento en que la iconoclasia generó incluso más tensión entre las iglesias de oriente y occidente.

A colorful drawing depicts men carrying a man on a stretcher into a building. Several men in armor stand behind the building.
Miembros de la guardia varega ilustrada en el manuscrito iluminado de Madrid Skylitzes, c. siglo XII. Biblioteca Nacional de España, Madrid, dominio público.

Cristiandad latina como una nueva comunidad

En el siglo VIII (c. 700 d.C.), surgió una nueva dinastía guerrera, obtuvo el control y estuvo a punto de recrear todo el antiguo imperio romano en Europa occidental. Esta familia gobernante, los carolingios, eran una mezcla de cultura germánica y fe cristiana. A diferencia del imperio bizantino, los gobernantes cristianos en Europa Occidental no dominaron la doctrina religiosa. Ese era el trabajo del papa. En el día de Navidad en el 800 d.C., el Papa Leo III (r. 795-816 d.C.) flexionó su autoridad coronando al gobernante carolingio Carlomagno “emperador de los romanos”. Esto confirmó la autoridad papal para coronar emperadores y declaró una separación consistente del control bizantino. Entre la coronación de Carlomagno como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y la controversia sobre la iconoclasia, las tensiones entre Occidente y Oriente estaban llegando a un punto de ruptura.

Para el siglo XI, la Cristiandad latina experimentó una nueva ola de entusiasmo religioso. Surgieron iglesias en el panorama medieval y la gente viajaba grandes distancias para visitar los santuarios dedicados a los santos cristianos. La búsqueda de la salvación personal atrajo a muchos peregrinos a estos santuarios que albergaban restos y reliquias relacionadas con la vida de los santos.

Sin embargo, esta pasión religiosa puso en peligro a grupos minoritarios religiosos externos a la creencia de la Cristiandad latina. La violencia ampliamente antisemita, aunque esporádica, amenazaba a grupos judíos minoritarios dentro de la Cristiandad latina. Lo que comenzó como peregrinaciones pacíficas a la larga se convertiría en cruzadas armadas contra los “enemigos de Cristo”, y estos enemigos a menudo incluían judíos, musulmanes e incluso miembros de la iglesia bizantina.

Estas cruzadas unificaron a las comunidades de la Cristiandad latina contra lo que se percibía como un enemigo común. El objetivo era reclamar la tierra sagrada (Jerusalén) de los musulmanes, pero los cruzados a menudo perseguían a los judíos y a otros grupos minoritarios también.

La red bizantina y de la Cristiandad latina se dividen

Para el siglo XI, las formas bizantinas y latinas del cristianismo eran bastante diferentes y ambos lados emprendían acciones para evitar que sus creencias se convirtieran en la doctrina incorrecta o herética a difundirse por el otro bando. El papa comenzó a cerrar iglesias en Italia que estuviesen alineadas con la fe oriental. El patriarca bizantino respondió a su vez cerrando las iglesias latinas en el imperio. Al termino de este tira u afloja, el papa decidió excomulgar al patriarca de la iglesia, y por supuesto, el patriarca hizo lo mismo con el papa. Suena un poco a algo de provocación en el patio de la escuela: "Yo soy goma y tú eres pegamento; cualquier cosa que digas rebota en mí y se te pega".

Los dos lados ya no podían coexistir, y en 1054 d.C. se separaron oficialmente en lo que se conoce como el Gran Cisma. La ruptura conduciría a las religiones separadas (pero aún cristianas) del catolicismo romano y los ortodoxos orientales. La ruptura, sin embargo, no estaba totalmente completa. Casi 40 años después de la oficialización del cisma, el imperio bizantino solicitaría a la iglesia católica su ayuda para derrotar a los musulmanes, quienes amenazaban con invadir a Constantinopla.

Las cruzadas eran ampliamente fomentadas por los papas y patriarcas, emperadores y reyes. Estas guerras santas dominaron gran parte de los siglos XII y XIII y se acrecentaron a partir del entusiasmo religioso popular de los cristianos latinos. En respuesta, miles de personas comunes de toda la Cristiandad latina caminaron más de 2000 millas a través de Europa y el imperio bizantino para llegar a Tierra Santa, mientras que otros viajaron al extranjero. Todos fueron como parte de una peregrinación militar impulsada por el entusiasmo religioso y la promesa de una nueva tierra. Esta campaña tuvo un éxito notable al unir a la Cristiandad latina e incluso reparar la brecha entre el cristianismo oriental y occidental durante un tiempo, pero la tregua no duró mucho. Para la cuarta Cruzada, los cruzados latinos, supuestamente en una campaña contra los oponentes musulmanes, saquearon la ciudad cristiana de Constantinopla.

Jesse Lynch

Jesse Lynch enseña historia mundial e historia de EE. UU. en línea para Shasta Community College en el norte de California. También es profesor de historia medieval en la Universidad de Exeter, ubicada en Inglaterra, donde actualmente está terminando su doctorado.

Créditos de las imágenes

Creative Commons Este trabajo tiene licencia CC BY 4.0 excepto lo siguiente:

Portada: Emperador Justiniano y miembros de su orte MET LC 25 100 1a-e s01, Fletcher Fund, 1925, dominio público https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Emperor_Justinian_and_Members_of_His_Court_MET_LC_25_100_1a-e_s01.jpg

Lealtades religiosas en el antiguo Imperio Romano. Por Tobi85, CC0. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Great_Schism_1054_with_former_borders-.png#/media/File:Great_Schism_1054_with_former_borders-.png

Teodora. Detalle del mosaico del siglo VI "Emperatriz Teodora en su corte", Meister von San Vitale en Ravenna. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Meister_von_San_Vitale_in_Ravenna_008.jpg

Miembros de la guardia varega ilustrada en el manuscrito iluminado de Madrid Skylitzes, c. siglo XII. Biblioteca Nacional de España, Madrid, dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:The_body_of_Leo_V_is_dragged_to_the_Hippodrome_through_the_Skyla_Gate.jpg