¿Qué es exactamente el nacionalismo?

Se siente como si siempre hubiésemos tenido países y personas que creyeran que su país natal es el mejor. Pero de hecho, las naciones y el nacionalismo solo tienen unos 200 de años de vida. Si piensan en cuánto tiempo las personas han estado pululando y en todos los tipos de gobiernos y reinos e imperios que han construido por miles de años, ¡las naciones son en realidad bastante juveniles!

¿Qué es una nación? ¿Qué es el nacionalismo? A menudo pensamos que nuestra nación es una parte importante de nuestra identidad; soy “estadounidense”, “indio”, “italiano”, “chino” y así sucesivamente. Pero, ¿qué significa realmente eso? ¿De qué manera eres parte de tu país o nación? Bueno, el nacionalismo comienza con la idea de que toda la sociedad humana se divide en grupos autónomos distintos llamados naciones. ¿Qué es una nación? Una nación es un grupo de personas que hablan el mismo idioma, tienen una cultura en común, un sentido de identidad y comparten una historia mutua. Entonces, el nacionalismo también es un término que describe los vínculos habituales que tienen las personas dentro de una nación, creando un nuevo tipo de comunidad. Vinculada a esta idea de que la lealtad de las personas debería enfocarse en la nación y que cada nación debería ser capaz de determinar su propio futuro; una idea conocida como autodeterminación. Con esto en mente, el nacionalismo es también la idea de que la nación debería tener el derecho de gobernarse a sí misma y el derecho a la autodeterminación. En última instancia, en ocasiones el nacionalismo se expresa mediante la creencia de que la nación de una persona es mejor que otras naciones. En tales situaciones, podría tornarse competitivo o discriminatorio.

El nacionalismo une a las personas de una manera que no es genética, ni biológica, ni se basa ni siquiera en tener una conexión personal con otros miembros de su nación. De alguna manera, la idea de una nación es en realidad una relación imaginaria y las naciones podrían considerarse comunidades imaginarias porque gran parte de la creación de una nación se trata de crear unidad y lealtad en nuestras mentes. No basta con tener un gobierno en común para crear una nación; debemos tener símbolos culturales compartidos como banderas, himnos nacionales, una idea compartida de la historia de nuestras naciones para crear y desarrollar una comunidad de una nación.

Orígenes

Como se indicó anteriormente, el nacionalismo no es muy antiguo. ¡Antes del final mismo del siglo XVIII (1700), el nacionalismo ni siquiera existía como una cultura generalizada o ideología política! Cuando las personas te decían de dónde venían, solo mencionaban el nombre de una aldea o pueblo. ¿Cómo pasamos de identificarnos a nosotros mismos con nuestro pueblo a identificarnos por nuestra nación? Bueno, para comprender eso, tenemos que observar algunas revoluciones durante el periodo del siglo XIX, en especial en Europa, y aquello por lo que la gente peleaba a favor y en contra.

La era revolucionaria francesa tuvo gran incidencia en el desarrollo y difusión del nacionalismo como una ideología. Después de que el mandatario Napoleón Bonaparte se alzara con el poder en 1799, extendió el gobierno central a Francia hacia todos los países que conquistó en Europa. Esto fue después de diez años de guerra dentro de Francia, y para ese entonces la población francesa había adquirido un sentido de cohesión en contra de sus enemigos. Especialmente con Gran Bretaña. Podían definirse a sí mismos como lo que eran: “¡Somos franceses, !¿ga va?!”, y por lo que no eran: ni ingleses, ni alemanes, ni italianos, ni nada más. Las victorias militares de Francia ayudaron a crear un sentido común de historia e identidad, aumentando la fortaleza del nacionalismo en Francia. Aunque esto es algo divertido que ocurre con el nacionalismo: A medida que Napoleón se expandía y sus ejércitos ocupaban muchos otros países europeos, todos esos otros países acordaron que la autodeterminación nacional era el camino a seguir. Era como ser intimidado por alguien que termina mostrándote suficientes movimientos de lucha libre para que puedas derrotarlos. La unificación en contra del régimen francés creó un sentido de destino común: un sentido de nacionalismo.

Napoleón terminó conduciendo sin querer a los europeos de los antiguos regímenes de reyes, reinas y súbditos a nuevas naciones de ciudadanos y parlamentos, pero esa no es la única razón por la que se afianzó el nacionalismo. Habían muchas otras tendencias ocurriendo al mismo tiempo, incluido el crecimiento en la alfabetización, áreas urbanas y cultura de la impresión (comunicarse a través de palabras e imágenes impresas). Con la Ilustración, la educación y la alfabetización, además de las diversas formas de impresión, eran cruciales para la difusión de ideas. Se formaban vínculos afines entre los intelectuales y el público lector dentro de los países. ¡Los nacionalistas más devotos a comienzos del siglo XIX eran en realidad estudiantes secundarios y universitarios en áreas urbanas! Los campesinos que en su mayoría eran analfabetos y compartían poco en cuanto a cultura general, quedaban fuera del argumento de nacionalismo. Aunque los campesinos seguían siendo mayoría en Europa, y sus perspectivas cambiarían por diferentes razones.

Otros razones...

Algunos historiadores han argumentado que el nacionalismo se volvió importante porque las viejas lealtades se volvieron menos importantes, lo que nos lleva a la religión. Por cientos de años después de la división de la iglesia cristiana en católicos y protestantes, las guerras se libraban a costa de lealtades religiosas y dinásticas. La Ilustración debilitó la fuerza de la religión en muchas partes de la población dejando en evidencia los abusos de la iglesia y enfocándose en el razonamiento por sobre la religión. Las personas pronto perderían la confianza en las autoridades religiosas. Además, las dinastías europeas habían dependido del absolutismo para mantener a sus leales súbditos. Aunque entre las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa, existían bastantes críticas en contra de los reyes y las reinas para cambiar las lealtades de la gente. Eso causó que el absolutismo fuera mucho menos absoluto.

Si bien el nacionalismo tiene mucho que ver con la unidad, su desarrollo a menudo proviene de la definición de las diferencias. La Rusia del siglo XIX es un gran ejemplo. Para los rusos, el nacionalismo no solo trataba de costumbres, lenguaje e historia, aunque tales aspectos eran relevantes. Los nacionalistas rusos se definieron a sí mismos como no parte de Occidente: Europa Occidental. Los modelos europeos occidentales de industrialización y los gobiernos constitucionales no presentaban atractivo para los nacionalistas rusos, quienes deseaban mantener sus tradiciones rurales y religiosas; muchas gracias por ello.

A lo largo del Atlántico en América, el nacionalismo se puso en marcha incluso antes de Europa. Las revoluciones de liberación nacional de los Estados Unidos y Haití estuvieron ligadas a ideales similares de la Ilustración, aunque tener un idioma nacional fue un factor menor. Como señala el historiador Benedict Anderson, los estados criollos de América compartían idiomas comunes con los países colonizadores de Europa. Las conexiones entre las colonias americanas y los países europeos que las gobernaban probablemente ayudaron a difundir las ideas de Ilustración y del ámbito nacional.

Incluso cuando los ejércitos de Napoleón invadieron la mayor parte de Europa continental, Toussaint L’Ouverture ayudó a establecer la segunda república independiente en el hemisferio occidental en Haití en 1804. Después de varios cientos de años de colonización europea en América, y también en Asia y África, las cosas habían cambiado. La gente había cambiado, ya que existía menos distinción entre los colonizadores europeos y las poblaciones locales. Ahora había euroasiáticos, euroafricanos y euroamericanos que tenían lazos más estrechos con las tierras colonizadas que con las potencias europeas que las controlaban. La lealtad local a la tierra donde vivían ayudaría a impulsar movimientos y revoluciones de liberación nacional y movimientos decoloniales tanto durante el siglo XIX como hasta mediados del siglo XX.

Obstáculos

Francia ya contaba con un gobierno central y sistema de administración que contribuyó a la unificación del centro y las zonas subyacentes. Esta estructura estatal ayudó a desarrollar ideas de “la Nación”. Pero la misma situación se replicó en otros países. Claro, Alemania e Italia tenían lenguas literarias comunes y las élites de estos países estaban desarrollando ideas de un destino común para todos los pueblos alemanes o italianos. Pero ningún lugar contaba con una estructura de gobierno central. Ambos se dividieron en un montón de pequeños estados sin ninguna noción de ciudadanía alemana o italiana, sin ejércitos nacionales, y sus diversas realezas no incluían un monarca singular a cargo de algún lugar. Los nacionalistas en lugares como Italia y Alemania debieron hacer mucho más que solo hablar de los beneficios de la nacionalidad para la población. También tuvieron que proponer una forma en que la nación pudiese expresarse en una forma de gobierno. No sería hasta 1871 que estas dos regiones se unificarían en naciones. En Alemania sería a través de la fuerza militar de los prusianos y en Italia, a través del liderazgo político del reinado de Piedmont-Sardinia en la zona noroeste de lo que actualmente es Italia.

Conclusiones y diferencias a futuro

El ascenso y difusión del nacionalismo le brindó a las personas un nuevo sentido de identidad y además condujo a un incremento en el sentido de competencia entre las naciones-estado. Después de la derrota de Napoleón (dos veces) muchas otras naciones europeas se unieron para intentar regresar a sus maneras anticuadas (conservadoras) con dinastías reales que volvían a sus tronos. Sin embargo, durante las diversas revoluciones siguientes en toda Europa se eliminaría a estos miembros de la realeza del poder. Se instaurarían nuevos gobiernos constitucionales liderados por ciudadanos de estas naciones-estado. Estas naciones entonces competirían por las colonias del mundo en África, este de Asia, y sudeste asiático para el término del siglo XIX. Al comienzos del siglo XX, sin embargo, el nacionalismo interpretaría un rol fundamental en la competición entre naciones. Sería una competición extremadamente sangrienta que ahora conocemos como la Primera Guerra Mundial.