La economía durante la Segunda Guerra Mundial
Movilización por la guerra
¿Podemos todos concordar en que la guerra es mala? Al parecer, no podemos, ya que junto a la llegada de la violencia en la guerra también llegan las ganancias. Como ocurre con la mayoría de los principales conflictos, las causas de la Segunda Guerra Mundial fueron complejas. Pero está claro que muchas de las personas en el poder, en varias de las naciones involucradas, pensaban que su ingreso en la guerra beneficiaría la economía de su nación. No se trataba solo de enviar soldados a la batalla. Cuando los ciudadanos, las empresas y el resto de la infraestructura de una nación giran en torno al esfuerzo bélico, surge una economía de guerra total.
Un análisis del contexto ayudará a ilustrar cómo diversas naciones, a menudo muy distantes de otras, tuvieron objetivos económicos similares a medida que se movilizaban (preparaban) para la guerra. En primer lugar, la Gran Depresión acababa de generar una crisis mundial. Alemania, aún devanada por su derrota en la Primera Guerra Mundial se había llevado la peor parte. Cuando Adolfo Hitler prometió acabar con el sufrimiento económico y la humillación del pueblo alemán, su partido político ascendió al poder. Para crear puestos de trabajo, que la economía necesitaba desesperadamente, el gobierno de Hitler aumentó el gasto militar y las empresas alemanas obtuvieron contratos gubernamentales rentables. Una parte del plan de Hitler era usar este nuevo poderío militar para invadir países vecinos en busca de recursos y bienes industriales para promover su visión de una Alemania más poderosa. Por supuesto, debido a que su visión también exigía la “pureza” racial y étnica de este reino en expansión, este plan también llamaba a la eliminación o genocidio de muchos de los habitantes de las regiones conquistadas. Algunas de las personas de estos países, junto con las minorías dentro de Alemania, también se vieron obligadas a convertirse en trabajadores no remunerados, esencialmente esclavos, de la maquinaria de guerra alemana.
En el otro extremo del mundo, Japón enfrentaba problemas similares. La Depresión había causado una pobreza generalizada durante esta época. Japón contaba con pocos recursos naturales y el gobierno estaba sumido en deudas. En un esfuerzo por tener menor dependencia de los mercados extranjeros para obtener combustible y caucho, los japoneses establecieron colonias en Corea y Manchuria para obtener acceso a estos valiosos recursos: para uso y venta. Estados Unidos no aprobó esta agresión, por lo que embargaron (bloquearon) las exportaciones de petróleo de Japón en 1940 para ralentizar su plan económico. Japón agilizó los planes de ataque contra Indonesia y las Filipinas para obtener incluso más recursos, y nuevamente Estados Unidos impuso restricciones rigurosas. Japón elevó las apuestas con su ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, poniéndolos en guerra contra EE. UU. El primer ministro japonés de la época, el general Tojo, también comandaba el ejército. Al igual que con Alemania, él creía que Japón necesitaba de una economía de guerra total y tomó medidas drásticas para conseguirlo.
Potencias aliadas
Con las potencias del Eje claramente movilizándose en pos de la guerra, los Aliados se prepararon para otro conflicto global. La Rusia soviética (URSS), por temor a la agresión alemana, utilizó la economía de tiempos de paz para fortalecer su ejército, tal como lo había hecho Alemania. Desde 1938 a 1941, el líder ruso Joseph Stalin duplicó el tamaño de su ejército a cinco millones de soldados. Para pagar por ello, los hogares rusos debían consumir menos alimento, comida y otros recursos. Esto no habría ido tan bien en la mayoría de las naciones, pero la Rusia soviética tenía una “economía dirigida” que le otorgaba al estado el control de todas las industrias, incluidas las granjas y los alimentos que producían. Este nivel de control de gobierno dio a la URSS una ventaja al momento de movilizar sus recursos y mano de obra industrial para la guerra. La mayoría de las naciones lucharon por adaptarse a la economía de guerra total, pero la economía dirigida de Rusia ya estaba tan cerca de ese concepto que era más fácil exigir a los ciudadanos y empresas que se unieran al esfuerzo de guerra.
La economía de los Estados Unidos era otra historia. Un evidente cambio en las prioridades económicas había comenzado incluso antes de que EE. UU. tuviese una participación activa en la guerra en diciembre de 1941, cuando Japón atacó la base aérea estadounidense de Pearl Harbor. El presidente Roosevelt había firmado una legislación nueve meses antes para crear el programa de Préstamo y Arriendo. Esto permitió a los EE. UU. suministrar buques de guerra, aviones y municiones (y alimentos para los civiles) para ayudar a las naciones aliadas que luchaban contra Alemania, Italia y Japón. Implicaba que mucho antes de que unirse oficialmente a la pelea, Estados Unidos ya estaba participando. El programa de Préstamo y Arriendo tenía por objetivo lograr que Estados Unidos se convirtiera en lo que Roosevelt denominaba “el gran arsenal de la democracia”.
Economía de guerra total
Cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbor, Estados Unidos declaró la guerra a Japón y a Alemania. Al igual que ocurría con muchas otras naciones, no se trataba solo de enviar soldados y armas. Estados Unidos deseaba que todos sus ciudadanos realizaran un esfuerzo y optaran por –lo adivinaron– una economía de guerra total. El gobierno dio incentivos a las empresas privadas para transformar sus plantas de fabricación en centros de producción de armas, municiones, aviones y barcos. Se pidió a todos los ciudadanos que racionaran el uso de ciertos recursos y apoyaran el esfuerzo bélico recolectando restos de caucho, papel y metales. Se le pidió a cada persona, en todos los niveles de la sociedad, que contribuyese e hiciera sacrificios por la causa.
En el proceso, la economía de los Estados Unidos, que al igual que la mayoría de los otros países había sido sacudida por la Depresión, comenzó a tener un gran repunte. Se aceleró la producción, se construyeron nuevas fábricas, se reabrieron fábricas cerradas y se crearon millones de puestos de trabajo tanto en el sector público como en el privado. Los tanques comenzaron a salir de las fábricas de automóviles. Las cadenas de producción que solían fabricar aspiradoras y electrodomésticos de cocina comenzaron a producir bombas. Para estabilizar la economía, el gobierno controlaba tanto los salarios como los precios. Mientras millones de hombres partían a la guerra en Europa y el Pacífico, las amas de casa, los estudiantes y los jubilados ocupaban los trabajos que habían dejado atrás. Dos tercios de la economía estadounidense se habían destinado al esfuerzo de guerra a fines de 1943 y el desempleo registró mínimos históricos. Incluso los científicos, como los físicos y los químicos, ampliaron su investigación para desarrollar nuevas armas y tecnologías que podrían ofrecer una mayor ventaja a las fuerzas armadas de EE. UU. Un resultado de esto fue el Proyecto Manhattan, que produjo las primeras armas nucleares.
En el Reino Unido y Canadá se realizaron cambios económicos similares para satisfacer las necesidades de la guerra. La escasez de alimentos fue aún peor para los británicos que para la gente de los EE. UU., lo que hizo que el racionamiento cobrara gran importancia Gran Bretaña también dependía de Canadá para obtener productos lácteos y carne. Entonces, aunque Canadá comenzó a producir muchos más alimentos durante la guerra, los canadienses aún tenían que racionar su propio consumo. Esto fue para que pudieran seguir alimentando a los ciudadanos británicos, que necesitaban desesperadamente más recursos.
Dentro del Reino Unido, una necesidad desesperada por obtener mano de obra agrícola trajo a miles de mujeres británicas de las ciudades a sectores rurales para trabajar como “jóvenes del campo”. De todos modos, las áreas rurales eran lugares más seguros para vivir, ya que los alemanes fijaban como objetivo las ciudades con una gran población civil. Es por eso que cientos de miles de niños también fueron evacuados a los sectores rurales de la isla por protección. En total, más de 450.000 civiles británicos perdieron sus vidas.
La ventaja del imperio
Aunque estaba en una isla, el Reino Unido controlaba el imperio más grande del mundo, y eso significaba que su economía de guerra total tenía un alcance global. El Reino Unido utilizó su influencia para ayudar en la batalla. Durante la guerra, el Reino Unido importó combustible para uso militar desde Persia, Irak y Norteamérica. Más de 15 millones de sujetos se unieron a las fuerzas británicas en la lucha aliada contra las potencias del Eje. Además de las botas en el suelo, los miembros del imperio contaban con el personal adiestrado, provisiones, materiales industriales y los recursos naturales que Gran Bretaña necesitaba. Esta red de apoyo extendida desde Australia al Caribe, desde África Oriental a la India. La capacidad de Gran Bretaña para movilizar esta enorme capacidad industrial militar es uno de los factores importantes que dan cuenta de cómo sobrevivieron a la guerra.
Tan solo en India, más de 2,5 millones de súbditos fueron reclutados para luchar en la guerra en diversos países africanos, asiáticos y europeos. Más de 150.000 súbditos no británicos dieron su vida por el Imperio Británico, incluso cuando los líderes políticos de África y la India se encontraban organizando movimientos para liberarse del dominio británico. Las irrupciones de la época de guerra habían generado graves carencias de alimento, llevando a la hambruna que se cobró la vida de cientos de miles allí. En diversos campos de batalla del mundo, el subcontinente indio sacrificó 87.000 soldados. El costo económico y humano de la guerra fue insufriblemente alto para millones de personas más en las colonias que resultaban heridas, perdían a sus cónyuges o quedaban huérfanos.
Conclusión
Resulta imposible rebatir el antiguo dicho: “La guerra es el infierno”. En los párrafos anteriores, solo vislumbramos una porción de la cantidad de muertos dejada por la Segunda Guerra Mundial. No hemos mencionado el genocidio de la población judía, los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y varios de los otros horrores de esta guerra masiva. La economía en sí, no suena como un tema violento. Aun así, vemos incontables ejemplos en esta guerra y en otras que la persecución de una prosperidad económica puede dejar una de devastación horrenda en sus albores.
Fuentes
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Whitney Howarth
Whitney Howarth, es profesora asociada de historia en la Universidad Estatal de Plymouth, donde se especializa en historia mundial moderna e historia de la India. La Dra. Howarth ha enseñado historia mundial a nivel universitario desde 1999 y fue, durante casi una década, becaria de investigación en el Centro de Historia Mundial de Northeastern, lugar en el cual ayudó en la investigación, el diseño y la creación de programas de desarrollo profesional para docentes de historia mundial de escuela secundaria, organizó seminarios a cargo de destacados académicos especializados en historia mundial y produjo publicaciones multimedia (1995-2004).
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Trabajadores forzados en el territorio de Lituania ocupado por Alemania. Bild Bundesarchiv, CC BY-SA 3.0. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Bundesarchiv_Bild_146-1994-090-06A,_Lettland,_Riga,_Frauen_auf_Weg_zum_Arbeitseinsatz.jpg
Niños en una escuela británica bombardeada comiendo alimentos enviados desde EE. UU. como parte del programa de préstamo y arrendamiento. Por Fotógrafo de la División de Fotografía del Ministerio de Información, dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Aid_From_America-_Lend-lease_Food,_London,_England,_1941_D4322.jpg
Un afiche publicitando la contribución de Canadá a la iniciativa de guerra británica, dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:The_Empire%27s_Strength_-_Do_You_Know_That_Canada..._Art.IWMPST16003.jpg