Ciclos del colapso en Mesoamérica
Introducción
El territorio que denominamos Mesoamérica incluye la mayor parte de lo que hoy conocemos como México; todo Guatemala, Belice y El Salvador; el norte de Honduras; y un estrecho que se extiende desde la costa del Pacífico hasta el sur de Costa Rica. Su ecología diversa varía desde las mesetas áridas de una milla de altura de México central hasta las tierras pantanosas del sur, casi al nivel mar. Mesoamérica era hogar de muchas sociedades complejas antes de la llegada de los europeos. Llegó a su punto de desarrollo cultural más alto entre el 200 y el 650 d.C. Este Periodo Clásico incluye Teotihuacán y varias ciudades-estado Maya entre sus centros urbanos más importantes. Sin embargo, entre el 650 y el 900 d.C., perdieron su hegemonía cultural, política y comercial, así como la mayor parte de su población. Historiadores y arqueólogos concuerdan en que estos centros urbanos finalmente colapsaron. No obstante, siguen debatiendo las causas y si la caída se atribuye a un fracaso repentino o a una reducción gradual.
Teotihuacán
Teotihuacán; díganlo conmigo: TE-O-TI-HUA-CÁN, se encuentra a unas 30 millas al norte de la Ciudad de México. La población se asentó por primera vez en esta área por el año 400 a.C. La ciudad probablemente comenzó como un humilde centro de peregrinaje, en donde los mercaderes de Mesoamérica se reunían para celebrar festividades religiosas en honor a la bendición de su actividad comercial.
Por el 550 d.C., con más de 150.000 personas, se convirtió en una metrópolis cosmopolitana. Era el centro urbano más poblado en el hemisferio occidental y estaba entre los más grandes del mundo. La ciudad se había convertido en el eje comercial y político de Mesoamérica. Contaba con edificaciones residenciales de varios pisos con patios centrales organizados en vecindarios respecto al comercio o la etnia. Se podía caminar por las calles de la ciudad escuchando el idioma local, Nahuatl, junto con docenas de otros idiomas provenientes de los más alejados rincones de Mesoamérica, como el zapoteca, otomí y maya.
Las élites de Teotihuacán ostentaban poder y riquezas. La ciudad exhibe lujosos y espaciosos palacios ubicados junto a la avenida y decorados con relieves bajos coloridos (tallados) en sus patios y jardines. No sabemos si los gobernantes compartían una etnia en común, pero la mayoría hablaba una forma primitiva del Nahuatl, un idioma hablado en épocas muy posteriores del Imperio Azteca. A lo largo de los siglos muchas familias gobernantes (o dinastías) y otras facciones políticas batallaron por el control de la ciudad.
A pesar de que Teotihuacán es un lugar arqueológico de renombre mundial (en una ciudad llamada San Juan Teotihuacán), conocemos poco sobre su historia. Ni siquiera sabemos cómo la llamaban sus habitantes. Cuando los aztecas encontraron las ruinas de esta impresionante ciudad seis siglos después de su cuestionable “colapso”, la llamaron teotihuacan, que significa “el lugar donde fueron creados los dioses”. Ya que, ¿qué otra cosa podía explicar tan magnífico monumento, señales de una cultura avanzada e influyente, con un misterioso pasado? Su característica más distintiva es la avenida de una milla de longitud alineada con docenas de templos y palacios. Llamada la “Avenida de la muerte”, incluye las tres principales pirámides de la ciudad. En el extremo sur, hay una pirámide de la Serpiente Emplumada (Quetzalcoatl), probablemente un monumento en honor al fallecimiento de un líder importante. Más al norte tenemos el Templo del Sol, la tercera pirámide más grande del mundo (después de Cholula en México y de Khufu en Egipto). La pirámide de la Luna está al final del extremo norte de la avenida.
Los Mayas
A diferencia de Teotihuacán, los mayas clásicos no invirtieron todo en poderosas metrópolis. Por el contrario, se formaron a partir de un grupo de ciudades fuertes, conectadas entre sí por su cultura compartida. Las ciudades del Periodo Clásico Maya se centraron en lo que hoy es Guatemala, extendiéndose por las fronteras de México, Belice y Honduras. Sus ciudades, como Tikal, Palenque, Bonampak, Yaxchilán y Copán, poseen algunos de los monumentos más hermosamente decorados de la América Precolombina.
La función de estos centros urbanos era administrativa y ceremonial, más que de carácter residencial. Albergaron solo a la élite y a todas las personas necesarias para respaldar su poder y cultura dominante. Esto incluía sacerdotes, líderes militares, escribas, artesanos, arquitectos, escultores, pintores, músicos, bailarines y otros. Los comerciantes también eran fundamentales para la élite. Proporcionaban los artículos de lujo que eran símbolo de un estatus alto, como plumas, pieles de animales, jade, obsidiana y más. Sus palacios solían tener un asiento desde el cual el rey impartía justicia, recibía tributos, entretenía a los embajadores y organizaba rituales y ceremonias públicas.
Los campesinos vivían fuera de la ciudad, en el campo. Sus vidas eran mucho menos lujosas. Sus chozas con tejados de paja eran construidas sobre montículos de tierra para estar a salvo de las inundaciones del verano y para enterrar a sus familiares. El trabajo de los campesinos alimentaba a la población urbana y además disponía de mano de obra y servicio militar a la clase gobernante. Los campesinos crearon tierras cultivables cortante árboles y quemando la vegetación baja. Esta técnica de tala y quema es extremadamente derrochadora porque erosiona rápidamente la tierra y solo produce cosechas durante uno o dos años. Cabe destacar que esta sociedad era capaz de crear un sistema agrícola mucho más sustentable. Con una organización masiva de la mano de obra, diseñaron terrazas y chinampas (a veces denominadas “jardines flotantes”) con sistemas de irrigación y fertilización.
El colapso de Mesoamérica clásica
La palabra “colapso” es engañosa cuando se habla de un imperio. Es difícil saber el cuándo, por qué y si una sociedad compleja realmente sucumbió. Ciertamente, todas las sociedades parecen tener un comienzo, un intermedio y un final. Pero al igual que las historias, tenemos secuelas e historias derivadas. A los académicos les gusta buscar ese evento único que destruyó una sociedad en particular, como un volcán, una enfermedad o una invasión. Sin embargo, es más factible que varios factores hayan puesto término a la historia de una sociedad o imperio en específico.
De hecho, es probablemente debido a que sabemos tan poco de los colapsos de Teotihuacán y de los mayas, que han sido referencia de tantos mitos y leyendas. Teotihuacán no contaba con un sistema de escritura, por lo que no hay relatos sobrevivientes de héroes que combatían a tiranos o de un rey que encabezara una época dorada. No hay epopeyas de ejércitos invasores o cuentos de algo que invocara la ira de los dioses y de qué hicieron las personas para apaciguarlos. Sin un registro escrito, solo podemos leer las ruinas de la ciudad, emplear interpretaciones arqueológicas de los esqueletos y la alfarería rota.
Algunos académicos dicen que el colapso de Teotihuacán fue el resultado de una guerra, posiblemente el conflicto con las ciudades rivales de Xochicalco y Cacaxtla. En efecto, los restos de Teotihuacán nos muestran señales de violencia. Hay imágenes y edificaciones demolidas, rastros de incendio y evidencia de cuerpos con signos de un violento final. Aun así, la violencia en sí no es una señal de colapso. Hace unos tres siglos antes, por ejemplo, las personas de Teotihuacán quemaron y desfiguraron su propia Pirámide de Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada que mencionamos antes. Pero al ciudad no experimentó un declive. La destrucción de la pirámide probablemente marcó un cambio de dinastías o la deposición de un gobernante débil.
Sin embargo, alrededor del año 650 d.C. pareciera que la ciudad experimentó nuevamente un grado de violencia. Poco después, Teotihuacán comenzó a perder su dominio en Mesoamérica, por lo que algunos llamaron a esto el colapso. Pero si la violencia no provocó el colapso en el siglo III, ¿cómo podemos decir que esta vez fue la única causa? Otros factores (superpoblación, sequías y divisiones políticas internas, que pueden haber limitado la capacidad de la ciudad para resistir una invasión o conflicto interno) podrían haber influido fácilmente. Independiente de la razón, el legado cultural de la ciudad siguió inspirando a otras personas. Tanto es así, que, 600 años después, los aztecas lo llamaron “el lugar donde fueron creados los dioses”.
El término de la sociedad maya un tanto después es otra historia fascinante. La gente se cautiva con la idea de que esta majestuosa sociedad se derrumbe sin explicación y que su hermosa arquitectura y sus monumentos sean devorados por la exuberante jungla. A diferencia de Teotihuacán, los mayas tenían un sistema de escritura. Por lo que sabemos los nombres de sus reyes, el año exacto en el que ascendieron al poder, y cuándo libraron sus guerras. Estas historias están talladas en sus monumentos, pero no revelan nada acerca de su colapso alrededor del 900 d.C. Los libros pueden haber ofrecido mejores indicios y los mayas dejaron atrás otros varios. Pero en 1562, un fraile español de nombre Diego de Landa quemó cada libro maya que encontró a su paso. Los pocos libros que sobrevivieron no dicen nada acerca de sus últimos años, dando material a la narrativa de un colapso misterioso.
Esperen, ¿por qué decimos colapso? Ya que actualmente, las nuevas ciudades-estado maya continuaron su construcción hasta la llegada de los españoles y aún existen cientos de comunidades maya en la actualidad. Sin duda, estas comunidades jamás regresaron al esplendor del periodo Clásico, pero en cierto modo la historia sigue escribiéndose.
Sin importar lo que haya ocurrido en Mesoamérica entre el 650 y el 900 d.C., sabemos que las personas comenzaron a abandonar sus centros urbanos más importantes. Desde luego fue el final de una época, pero la sociedad no se desvaneció. Podemos distinguir que la clase gobernante perdió su capacidad de gobernar. La población abandonó los magníficos centros ceremoniales, templos y pirámides que representaban a los que tenían el poder. Aun así, la gente siguió existiendo, así como lo hicieron su cultura y sus costumbres. Para algunos, representa una burda imitación de la otrora grandeza, pero para otros es una forma de celebrar el potencial humano para erigir una sociedad tan gloriosa que se asemeja “al lugar donde los dioses fueron creados”.
Alejandro Quintana
Alejandro Quintana es profesor asociado de Historia en la Universidad de St. John en la ciudad de Nueva York. Su investigación y docencia se centran en la formación del Estado, la construcción de naciones, el nacionalismo, las revoluciones y los movimientos sociales en América Latina con especial énfasis en México.
Créditos de las imágenes
Este trabajo tiene licencia CC BY 4.0 excepto lo siguiente:
Portada: Vista lejana de las ruinas mayas en el sitio arqueológico de Toniná, cerca de Ocosingo, Chiapas, México. © Witold Skrypczak / Lonely Planet Images / Getty Images
Mapa del territorio conocido como Mesoamérica, dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Region_Mesoamerica.png#/media/File:Region_Mesoamerica.png
Vista panorámica desde la cima de la Pirámide de la Luna, con la Pirámide del Sol en el costado lejano izquierdo. Por Rene Trohs, CC BY-SA 4.0. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Panoramic_view_of_Teotihuacan.jpg
Corte oriental, Copán, Honduras, por Steven dosRemedios, CC BY-ND 2.0. https://www.flickr.com/photos/sdosremedios/31158239463
Ídolo roto en Copán de Views of Ancient Monuments in Central America, Chiapas and Yucatan por Frederick Catherwood, dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Broken_Idol_at_Copan_by_Frederick_Catherwood.jpg#/media/File:Broken_Idol_at_Copan_by_Frederick_Catherwood.jpg