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Por Eman M. Elshaikh
El mundo musulmán, fuere gobernado por uno o varios califatos poderosos, se ubicaba en el centro de Eurafrasia.

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A painting of five adults and one small child. Four people are riding on the backs of camels, and they are wearing different colored robes. One person is standing and appears to be greeting them.

En el centro del mundo

Cerca del cambio del primer milenio d.C., Bagdad estaba en el centro del mundo. O así lo afirmaban sus escritores. Personas como al-Khatib al-Baghdadi e Ibn al-Jawzi, escribiendo desde Bagdad, sintieron que estaban en el corazón de todo, en el palpitante epicentro del mundo conocido. Eso no es sorprendente; Bagdad era una de las ciudades más grandes del planeta, con alrededor de un millón de habitantes, en relación a la población actual que sería de 26 millones. Era cosmopolita y rica, con un comercio, ciencias y artes en prosperidad. Bagdad era una ciudad deslumbrante cuyo único rival era Hangzhou en la China Song.

An old, drawn map of the city of Baghdad. In the center of the map reads “The Round City”

La ciudad de Bagdad entre el 150 y 300 AH (767 y 912 d.C.). Por William Muir, dominio público.

La ciudad se alzó a tales alturas como el seno del Califato abasí (750-1258 d.C.), un poderoso y vasto imperio musulmán. Aproximadamente desde el siglo VIII, los imperios musulmanes se extendieron por Eurafrasia. Pero todo comenzó a mediados del siglo VII con una nueva estructura política: el califato.

La institución del califato

Después de la muerte del profeta musulmán Mahoma en 632 d.C., la comunidad musulmana de Arabia era liderada por un califa.1 El califa debía cumplir funciones de líder espiritual y político, siendo elegido por sus colegas musulmanes. Desde 632-661, bajo el Califato Rashidun, la comunidad musulmana eligió a los califas que eran colaboradores estrechos y familia extensa de Mahoma.

Bajo el mandato Rashidun, el estado se expandió rápidamente fuera de Arabia. Los vecinos bizantinos y persas estaban mermados. Debilitados por la peste, las guerras y los grupos invasores de Asia Central, estos imperios fueron incapaces de sostener una lucha por largo tiempo.

Los soldados árabes, en su mayoría nómadas, tenían más resistencia a la peste. Muchos habían servido en los ejércitos bizantino y persa, y sabían cómo explotar estas debilidades para conquistar una gran cantidad de tierras nuevas muy rápidamente.

Map shows the expansion of Muslim ruled states, gradually moving outward.

A map showing the expansion of Muslim-ruled states from 622-750 CE. Dark red shows expansion under Muhammad, 622-623. Orange shows expansion under the Rashidun Caliphate, 632-661. Yellow shows expansion under the Umayyad Caliphate, 661-750. Public domain.

Pero el estado mismo seguía siendo una confederación de tribus árabes asentadas en localidades acuarteladas.2 Fue bajo el mandato de los omeyas (661-750) que el califato desarrolló una estructura estatal más sofisticada para gobernar su vasto territorio. Con el imperio en plena expansión desde España a Asia Central, los funcionarios de estado estaban ocupados... traduciendo. En particular, las fuentes persas alusivas al arte de gobernar (administrar un estado) se estaban traduciendo al árabe, al igual que las fuentes del Imperio bizantino.

En parte y debido a estos esfuerzos, las estructuras políticas persas y bizantinas tuvieron una influencia en los califatos incipientes. Un ejemplo es el diwan, un sistema administrativo utilizado para registrar y pagar a los soldados, recaudar impuestos y pagar obras públicas como mezquitas y sistemas de riego. Los gobernantes musulmanes también nombraron gobernadores provinciales, llamados emires, para ayudar a administrar cada región, y los funcionarios indígenas apoyaron a los emires. Esto era similar al sistema bizantino. El califato se convirtió en una monarquía dinástica (hereditaria) absoluta que gobernaba sobre los asuntos, muy parecido al rey de Persia y menos similar a un representante elegido a cargo de una comunidad de compañeros musulmanes. Los califas usaban ideas religiosas para justificar su gobierno, pero a menudo eran desafiados por musulmanes devotos y la clase de eruditos religiosos, llamados ulema.

De un imperio árabe a un imperio musulmán

Pronto, los califas se enfocaron más en gobernar que en el resguardo de la religión. A menudo se considera que la expansión política del estado islámico y la propagación de la religión islámica son lo mismo. De hecho, los califas por lo general no alentaban la conversión al Islam en la personas. Quienes no eran musulmanes podían conservar sus propia religión. Se les pedía que pagaran un impuesto especial llamado jizya, una fuente de ingreso para el estado. Varios de los que sí se convertían no eran aceptados de inmediato en la comunidad. Tal como lo afirma la historiadora Patricia Crone, “los árabes no siempre estaban dispuestos a compartir su dios con los humildes convertidos”.

Ni tampoco tenían la disposición de compartir su poder. Los árabes siguieron siendo la clase dominante. Muchos guardaban resentimiento a los omeyas y cuestionaban su autoridad. Después de todo, no eran elegidos ni miembros de la familia de Mahoma. Para empeorar aún más cosas, la gente pensaba que actuaban de manera injusta y que transgredían los ideales islámicos, incluida la equidad para todos los musulmanes, sean árabes o no.

Después de una revolución, los omeyas salieron del mapa. Fueron reemplazados por los abasidas (750-1258), quienes eran parientes de Mahoma a través de su tío. A pesar de que los abasidas eran árabes, el imperio tuvo cada vez menos ingerencia árabe bajo su mandato. Acercaron el califato a las cercanías de su base de apoyo, literalmente, de Damasco a Bagdad, mucho más cerca de Persia.

A painting, faded with age, depicts a ruler seated in a throne surrounded by others looking up at him.

Depiction of the first Abbasid caliph As-Saffah as he receives pledges of allegiance in Kufa, the site of Umayyad opposition. From a work by Persian historian Muhammad Bal’ami, public domain.

Los abasidas eran monarcas poderosos, al igual que los omeyas, aunque a veces compartían el control con poderosos funcionarios llamados visires y burócratas de alto nivel. Y tampoco eran más justos o más islámicos. Sin embargo, sí crearon más espacio para los no árabes y muchos turcos y persas dominaron la corte abasida. Muchos soldados no árabes se unieron a las filas de la milicia. Además, existía una afluencia de población del centro de Asia, ya que los abasidas utilizaban soldados esclavizados, llamados mamelucos, para garantizar la lealtad del ejército.

Sociedad bajo el califato

Con toda esta charla sobre califatos, es fácil olvidar que la mayoría de las personas que vivían en los imperios no eran en realidad musulmanes, al menos no de inmediato. Conquista no implicaba conversión. La conversión es complicada, pero digamos que no hubo muchas conversiones masivas. Por lo general, las personas se convertían de manera individual por diferentes razones. Estas contemplaban una creencia sincera, evitar el impuesto jizya o la obtención de derechos y privilegios. La conversión obligatoria no era algo “realmente importante” en este periodo. Los comerciantes, los misioneros y los santos errantes fueron los que realmente difundieron el Islam, y tomó siglos, pero esa es otra historia.

Los musulmanes gobernaron a muchos cristianos, judíos, zoroastrianos e hindúes. Generalmente eran considerados pueblos protegidos, llamados dhimmi, y se les permitía practicar sus religiones a cambio del impuesto jizya, aunque ocasionalmente eran objeto de violencia y discriminación. Muchas personas no musulmanas se trasladaban al imperio como esclavos, con frecuencia como prisioneros de guerra o a través del comercio. Los hombres y mujeres esclavizados cumplían diferentes funciones, como obreros o sirvientes.

Los hombres esclavizados solían ser soldados. Las mujeres esclavizadas eran concubinas,3 una práctica que se tornó en algo más común durante el mandato abasí y que incidió en la estructura de la familia y en el estatus de las mujeres. La esclavitud no se transmitía de generación en generación, y las personas podían obtener la libertad y eventualmente llegar a ostentar un poder considerable; pero dejemos esa idea para después.

Las vidas de las mujeres eran tan variadas como las diferentes sociedades islámicas, lo cual es bastante diverso. El Islam otorgó derechos a las mujeres, como propiedad, divorcio, derechos de herencia y contratos de matrimonio negociables. Pero estos derechos se pusieron en práctica de manera diferente según la región y la clase social. Con el tiempo, las fuentes islámicas a menudo se interpretaron con un giro patriarcal, especialmente porque se mezclaron con diferentes culturas. En las antiguas zonas bizantinas y persas, muchas mujeres de clases superiores eran aisladas en lo que era una práctica común bizantina. Las mujeres que podían costearse no trabajar fuera del hogar no aparecían en público. Cuando estaban en público, cubrían sus cuerpos con prendas exteriores holgadas.

A painting of a woman, seated in a field next to a large vessel and a tree. She is wearing a long red dress.

Rabi´a al-Basri (717–801 CE), a female Sufi saint who was revered for her intense devotion. Public domain.

Pero la vida pública no era lo que es ahora, y las mujeres tenían sus propias redes sociales y económicas sólidas dentro de sus esferas privadas. Las mujeres podían dirigir los edificios de las mezquitas, monasterios y escuelas usando su propio dinero. Y a pesar de que no asistían a escuelas públicas y a universidades, contaban con sus propias comunidades educativas con otras mujeres, especialmente en estudios coránicos e islámicos. También podían comprar y vender productos en sus hogares. Las mujeres trabajaban como vendedoras ambulantes, estilistas, parteras y niñeras. Y sabemos que las mujeres efectivamente pasaron tiempo en lugares públicos como los mercados, porque existen innumerables fuentes que las condenan por ello. En otros lugares, como en la costa de África Oriental o en el sudeste de Asia, las mujeres musulmanas tenían menos restricciones.

De un imperio a varios

Aunque en el papel los abasíes perduraron hasta el siglo XIII, cuando los mongoles saquearon Bagdad, en realidad, su poder declinó alrededor del siglo X, por múltiples razones. Por una parte, si bien un mayor número de conversiones era bueno para la comunidad religiosa, no eran tan buenas para las arcas del imperio; había mucho menos gente que pagaba el jizya. Además imperio creció tanto (más de 4.000 millas de extremo a extremo) que los gobernadores en los bordes comenzaron a gestionarse por sí mismos, al acaparar impuestos e ingresos para sí mismos. No ayudó que los abasíes gastasen una tonelada de dinero que realmente no tenían en una corte extravagante.

Una moneda de dinar dorada de la dinastía almorávide musulmana berebere (1040-147), Sevilla, España, 1116, CC BY-SA 3.0. Por PHGCOM, CC BY-SA 3.0.

¿Y recuerdan a los mamelucos? Exacto, los soldados esclavizados no son tan leales después de todo. Finalmente obtuvieron el poder de influir en quién se convirtió en califa, una situación que se repitió en imperios posteriores, como el Imperio Otomano. Los mamelucos se convirtieron en “forjadores de reyes” y, a la larga, comenzaron sus propias dinastías en varias regiones del califato, en particular en Egipto.

Con el tiempo, gran parte del territorio abasí estuvo controlado por múltiples dinastías musulmanas independientes, incluidas las gobernadas por mamelucos. Muchas de estas sufrían la devastación a manos de las invasiones mongolas, sobreviviendo unas pocas. Pero las invasiones mongolas no terminaron la era de los imperios musulmanes. De hecho, algunos mongoles se convirtieron al Islam y comenzaron su propia dinastía musulmana. A medida que el Islam se difundía a otras regiones, los estados musulmanes surgían en todo Eurafrasia, desde Mali al Sultanato de Malaca.

Con tantas dinastías diferentes, creerán que la época de una comunidad musulmana unificada estaba totalmente acabada, pero eso no era del todo cierto. Aunque las ideas sobre la comunidad musulmana han cambiado históricamente, varias cosas unieron a los musulmanes en comunidades políticas fragmentadas. Las redes comerciales se entrecruzaron en el mundo musulmán, empujándolos hacia sistemas compartidos de producción y distribución. Las creencias e instituciones islámicas se extendieron a dinastías e incluso a continentes, haciendo sentir a la gente como parte de una única comunidad de praxis religiosa. Ya sea en África Occidental, en el norte de la India o en Bagdad, muchos de los musulmanes en esta época vivieron en sociedades avanzadas llenas de riqueza y continuaron sintiendo que estaban en el centro del mundo.


1 El término califa, del árabe khalifa, básicamente significa representante o sucesor.

2 Una ciudad acuartelada es una que está protegida por tropas.

3 Una concubina es una acompañante acogida, con fines sexuales generalmente, en una relación polígama. Las concubinas recibían un trato inferior en cuanto al estatus de las esposas.

Fuentes

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Eman M. Elshaikh

La autora de este artículo es Eman M. Elshaikh. Es escritora, investigadora y maestra que ha enseñado en los grados K-12 y a estudiantes universitarios en los Estados Unidos y en el Medio Oriente y escrito para diferentes audiencias. Enseña escritura en la Universidad de Chicago, donde también completó su maestría en ciencias sociales y actualmente está cursando su doctorado. Anteriormente, fue becaria de historia mundial en Khan Academy, donde trabajó en estrecha colaboración con el College Board para desarrollar el plan de estudios de Historia mundial AP.

Créditos de las imágenes

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Portada: Vida árabe durante las épocas abasidas - miniaturas de Maqamat of al-Hariri. Califato abasí (758-1258) © Photo by Culture Club / Getty Images

La ciudad de Bagdad entre el 150 y 300 AH (767 y 912 d.C.). Por William Muir, dominio público. https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_Baghdad#/media/File:Baghdad_150_to_300_AH.png

Un mapa que muestra la expansión de los estados gobernados por musulmanes desde 622-750 d.C. En rojo oscuro se muestra la expansión bajo, 622-623. En naranjo aparece la expansión bajo el Califato Rashidun, 632-661. En amarillo aparece la expansión bajo el Califato Omeya, 661-750. Dominio público. https://en.wikipedia.org/wiki/Caliphate#/media/File:Map_of_expansion_of_Caliphate.svg

Ilustración del primer califa abasida As-Saffah mientra recibía juramentos de lealtad en Kufa, el lugar de la oposición a los omeyas. De una obra del historiador persa Muhammad Bal'ami, dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Balami_-_Tarikhnama_-_Abu%27l-%27Abbas_al-Saffah_is_proclaimed_the_first_%27Abbasid_Caliph_(cropped).jpg

Rabi'a al-Basri (717-801 d.C.), una santa sufita a quien se veneraba por su profunda devoción. Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Rabia_al-Adawiyya.jpg

Una moneda de dinar dorada de la dinastía almorávide musulmana berebere (1040-147), Sevilla, España, 1116, CC BY-SA 3.0. Por PHGCOM, CC BY-SA 3.0. https://en.wikipedia.org/wiki/Almoravid_dynasty#/media/File:Almoravid_gold_dinar_coin_from_Seville,_Spain,_1116_British_Museum.png