Trabajo infantil y movimientos de reforma
A comienzos del siglo XX, un joven académico estadounidense abandonó su puesto de docencia para dedicarse a tomar fotos. Y no cualesquiera fotos. Lewis Hine, cuya fotografía ahora es legendaria, solía escabullirse en fábricas en donde trabajaban los niños, a menudo causando que le persiguieran los policías hasta las afueras de las fábricas.
Pero Hine siguió adelante, debido a que deseaba que el mundo fuera testigo de la injusticia social de un sistema que ponía a los niños bajo condiciones laborales industriales horrendas, despojándolos de una infancia. Trabajó con un grupo de reformadores en el Comité Nacional de Trabajo Infantil, fundado en 1904, para difundir la consciencia respecto al problema del trabajo infantil. La fotografía en sí era todavía una forma de arte joven, y las sorprendentes fotos de Hine cumplieron una función importante para llamar la atención del público sobre un problema que estaba empeorando.
Un reinicio de la producción y la distribución
El trabajo ya estaba sufriendo varios cambios después de la Revolución Industrial. El “largo siglo XIX” (1750-1914) presenció un incremento en la industrialización y el trabajo asalariado en todas partes, especialmente en Europa Occidental y Norteamérica. Bajo el capitalismo industrial, los sistemas de producción y distribución cambiaron. La producción aumentó radicalmente. Eso significó menos granjas familiares y tiendas y más ranchos y fábricas Este cambio tuvo consecuencias importantes en la forma en que las personas se ganaban la vida y la industria requería cada vez más de la mano de obra para sostener la producción. Esta necesidad de mano de obra incorporó a muchos trabajadores infantiles.
Muchos padres con la necesidad de un ingreso estable salían a trabajar en oficios con bajos salarios. Los niños, que de otro modo habrían ayudado en el hogar, tomaban con mayor frecuencia trabajos semicalificados, por aproximadamente una décima parte del salario que ganaban los adultos. Podían manejar tareas simples y generalmente eran trabajadores obedientes, por lo que su demanda era constante. En la industria textil, por ejemplo, a menudo limpiaban máquinas y unían los extremos de las fibras para fabricar artículos como ropa, sábanas y cortinas. Por lo general, su trabajo era repetitivo y poco saludable.
La necesidad de reformar
Este sistema de trabajo barato y producción a gran escala crecía rápidamente en muchas industrias. Puso productos a disposición a un costo mucho menor y generó grandes riquezas. ¿Dónde ocurría esta riqueza? Si pensaron: “no, para cualquier trabajador, joven o viejo”, están en lo correcto. Aún así, para muchas personas el trabajo asalariado era la única forma de subsistir.
A principios del siglo XX, había suficiente insatisfacción entre los trabajadores —y las personas socialmente conscientes como Lewis Hine— como para llevar a cabo algunas reformas. Esto fue más notable en los Estados Unidos y Europa Occidental, donde importantes reformas liberales en los siglos XIX y XX crearon normas para el trabajo. Estas contemplaban fines de semana sin trabajo, jornadas laborales de ocho horas, salario mínimo y compensación por accidentes en el lugar de trabajo. En la mayoría de los demás sectores del mundo, el capitalismo industrial, y el trabajo infantil que promovía, causó estragos. Pero los pensadores políticamente liberales seguían presionando por reformas.
La objeción moral ante el trabajo infantil
Los movimientos obreros adquirieron fuerza durante el largo siglo XIX, aunque no en índices similares en todas partes. Aunque estos movimientos laborales tuvieron muchos resultados diferentes, una tendencia que surgió en muchos lugares diferentes fue la disminución del trabajo infantil. Tanto las ideas morales como las fuerzas económicas cumplieron una función.
El trabajo infantil implicaba tremendas dimensiones morales, algo que las fotografías de Hine capturan poderosamente. Los primeros movimientos culturales habían cambiado la forma de pensar de las personas acerca de los niños. La educación, la creatividad y la jovialidad adquirieron más valor, en especial entre la clases media y alta de occidente. Pero incluso los padres que aceptaban estas perspectivas no siempre tenían la opción de mantener a sus hijos alejados del trabajo. Muchas familias dependían del trabajo infantil para la supervivencia financiera. Los niños fuera de familias estables, incluidos los huérfanos, tenían pocas opciones. Los niños más pobres a menudo eran obligados a realizar aprendizajes o trabajos forzados.
Para tener una idea de cómo era la vida de algunos niños trabajadores, echemos un vistazo a una entrevista de 1832 entre un funcionario del gobierno y un joven inglés llamado Matthew Crabtree. En la entrevista, Crabtree describe sus experiencias como un trabajador infantil:
Sr. Matthew Crabtree, convocado para valoración.
¿Cuántos años tiene? – 22.
…
¿Ha trabajado alguna vez en una fábrica? – Sí.
¿A qué edad empezó a trabajar en una fábrica? – 8.
¿Cuánto tiempo tuvo ese puesto? – Cuatro años.
¿Puede indicar las horas de trabajo en el periodo en que fue a la fábrica por primera vez, en términos ordinarios? – Desde las 6 de la mañana hasta las 8 de la noche.
¿Catorce horas? – Sí.
¿Cuánto tiempo tenía para refrescarse y descansar? – Una hora al mediodía.
Cuando había mucho comercio, ¿cuál era su horario? – Trabajaba desde las 5 de la mañana hasta las 9 de la noche.
¿Dieciséis horas? – Sí.
¿Cuántas horas tenía para la cena? – Una hora.
…
¿Siempre llegaba a tiempo? – No.
¿Cuáles eran las consecuencias si se retrasaba demasiado? – Lo más habitual era que me pegaran.
¿Gravemente? – Bastante, según mi opinión.
…
Cuando llegaba a su hogar por la noche después del trabajo, ¿se sentía muy fatigado? – Bastante.
¿Tenía tiempo para estar con sus padres y recibir instrucción por parte de ellos? – No.
Al igual que muchos niños, Matthew Crabtree trabajó en condiciones terriblemente duras y se vio privado del tipo de infancia lúdica y educativa que la mayoría de nosotros damos por sentado. Desde los 8 años, Crabtree no gozaba de protección, educación o era capaz de pasar mucho tiempo con sus padres. Aún así, para él y muchos niños, el trabajo en la fábrica era una oportunidad económica que debía tomar.
Debido a que el trabajo infantil entraba en conflicto con las ideas morales emergentes, muchos críticos comenzaron a pedir cambios a fines del siglo XIX. Un médico francés, Louis-René Villermé, enfatizó la mala salud de los niños que trabajan en las fábricas textiles.
“Todos pálidos, nerviosos, lentos en sus movimientos, quietos durante sus horas de juegos, presentan un aspecto exterior miserable, de sufrimiento, de abatimiento [tristeza] que contrasta con el color sonrosado, la gordura, la petulancia [temperamento infantil] y todos los signos de salud resplandeciente que se nota en los hijos de los mismos”.
Estas críticas dieron lugar a nuevas leyes en Europa y Estados Unidos que regulaban, pero no erradicaban por completo, el trabajo infantil. Estas primeras leyes no fueron muy efectivas, pero a mediados del siglo XIX, la nueva legislación tuvo mejores resultados. En sectores de Europa, nuevas restricciones incrementaron el costo del empleo infantil, y aquello llevó a algunas bajas en el trabajo infantil. Países como Italia, Rusia, Estados Unidos y Bélgica se quedaron atrás y esperaron mucho más, hasta finales del siglo XIX y mediados del XX, para regular el trabajo infantil. Estos movimientos de reforma son todos ejemplos de liberalismo político en acción. Durante esta larga espera, los activistas en pro de las reformas laborales infantiles se mantuvieron así. En los Estados Unidos, los sindicatos se las ingeniaron para obtener normativas a nivel estatal. Organizaciones como el Comité Nacional de Trabajo Infantil (NCLC), que había patrocinado las fotografías de Lewis Hine, lanzaron campañas públicas contra el trabajo infantil. Utilizaron carteles, fotografías, exposiciones y otros medios para mostrar la injusticia social del trabajo infantil. Uno de los líderes de NCLC argumentó que el trabajo infantil era una amenaza para la civilización humana, escribiendo:
”Los pensadores del mundo, aquellos que han prestado la mayor de las atenciones a los problemas de desarrollo humano, se unen para impactarnos con la verdad sobre la cual la humanidad lentamente ha superado el estado de barbarie primitiva, ha trepado lentamente a un nivel en el cual permanecemos hoy en día, gracias al ocio y al respiro [descanso] concedido a las crías de los seres humanos. Y aún así, en este mismo instante nos enteramos que cualquiera sea la industria mecánica, esta supone una tentación casi irresistible para quienes tienen en mente solo un raudo e inmediato engrandecimiento [aumento de la importancia/ relevancia] material, para arrebatar a dicho infante su ocio y respiro, tan necesarios para su propio bienestar y para el bienestar del progreso en general, y emplear el trabajo a bajo costo de pequeños niños con el objetivo de multiplicar las ganancias”.
De “El trabajo infantil es una amenaza para la civilización” de Felix Adler, un artículo de 1911.
Razones económicas para terminar con el trabajo infantil
Con la misma relevancia plasmada en los argumentos morales, los factores económicos tenían una influencia similar, e incluso más importante. Como aprendimos, las reformas más efectivas eran aquellas que elevaban el costo del trabajo infantil. Además, los trabajadores adultos competían por trabajos que los niños realizaban por un salario mucho menor, por lo que a menudo cabildeaban contra el trabajo infantil solo para resguardar el mercado del trabajo adulto. Al mismo tiempo, las máquinas comenzaron a reemplazar a muchos niños trabajadores, que tendían a realizar tareas más simples que podían automatizarse. Además, a los gobiernos les preocupaba que los niños trabajadores se convirtieran en soldados pobres más tarde, ya que, como señaló el Dr. Villermé, el trabajo afectaba su salud.
Las fuerzas morales y económicas se combinaron cuando las nuevas normativas hicieron que el trabajo infantil fuera demasiado costoso y algunos empleadores dejaron de contratar niños simplemente para obtener mejores ganancias. Pero el trabajo infantil seguía siendo la alternativa más económica para muchos de los que estaban dispuestos a ignorar la ley. El hecho fue que la mayoría de las normativas eran bastante complejas de cumplir. Las inspecciones no eran consistentes, y muchos niños aceptaban empleos de trabajo informal. Estos incluían trabajo en grandes fincas, en empresas familiares o en talleres de confección de vestimenta, ninguno de los cuales estaba sujeto a una supervisión constante.
Educación antes del empleo
Puede que se pregunten por qué los niños debían trabajar en sí, cuando deberían estar en la escuela. Si bien existían leyes de educación obligatoria (ineludibles) que requerían que los niños asistieran a la escuela, eran poco comunes. En los países occidentales, la escolarización financiada por el gobierno se expandió constantemente durante el largo siglo XIX. Muchos países exigían la asistencia escolar a una determinada edad. Pero era difícil de cumplir, especialmente cuando las familias dependían del ingreso por el trabajo infantil.
Y la idea de que los niños debían estar en la escuela en primer lugar era relativamente nueva y restringida a las clases superiores. En familias adineradas, en donde ni los niños ni algunos adultos necesitaban trabajos, los menores a menudo recibían educación a través de instrucción privada. Pero la mayoría de los demás habían trabajado desde una edad temprana, por lo general ayudando a sus familias con cualquier trabajo al que se dedicaran, como la agricultura o el trabajo en un oficio. Por lo tanto el trabajo en entornos industriales era de cierta forma una continuación de este acuerdo. Incluso después de las reformas, la escuela no reemplazó de inmediato al trabajo. Por el contrario, los niños a menudo trabajaban y asistían a clases, en especial en familias rurales y de clase obrera. Un niño campesino francés de finales del siglo XIX describió su día habitual de la siguiente forma:
“Cada día después de regresar de la escuela debo ocuparme de mi trabajo. A medio día y en la noche, corto hasta dos o tres baldes de remolacha para el ganado; limpio los establos; y busco una o dos carretillas [de ruedas] llenas de forraje [comida] para ellos de un granero que teníamos al otro lado de la aldea”.
Aunque es probable que este niño aún tuviera una vida difícil, pudo dedicar parte de su tiempo a desarrollarse y obtener una educación, una diferencia con respecto a épocas anteriores.
Un movimiento desigual
En general, en Occidente, se produjo una reducción a largo plazo del trabajo infantil a medida que aumentaba la escolaridad. El tipo de trabajos que los niños realizaban también cambió. Tendían a realizar tareas más pequeñas para apoyar a los trabajadores adultos en lugar de ejecutar deberes más difíciles y peligrosos por su cuenta. En lugar de manufactura, hacían trabajos de servicio como vender periódicos, cuidar niños y hacer mandados y entregas. Estos son algunos de los mismos trabajos que muchos de ustedes podrían hacer hoy.
Sin embargo, esta tendencia no fue global. La industrialización fue desigual en todo el mundo, por lo que la presencia de trabajo infantil y trabajo asalariado en general fue irregular. En muchos lugares, la producción agrícola seguía siendo la norma. Esto significaba que el trabajo infantil aún era una constante. Incluso en naciones industrializadas como Gran Bretaña, una importante cifra de niños seguía trabajando en las granjas.
Otra razón por la que esta tendencia era tan esporádica (desigual) se debe a que la producción industrial en sí asumió diferentes formas. Por ejemplo, en India, la gran mayoría de los obreros menores de edad, así como los adultos, tenían un trabajo informal. Como indicamos, esto dificultaba la regulación de la actividad. Además, la presión de las naciones occidentales, incluida la presión colonial, a menudo realzaban la explotación de niños en zonas de desarrollo. Por ejemplo, los productos baratos en las naciones occidentales dependían de mano de obra no regulada y de bajo costo en otros lugares, y esto sigue repitiéndose en la actualidad.
Además, el servicio por contrato en los sectores colonizados de Asia y las encomiendas (trabajo forzado) en América Latina continuaron dependiendo del trabajo infantil. En partes del mundo como América Latina, los niños trabajadores, especialmente los huérfanos, eran “distribuidos”. Esto generalmente implicaba que eran enviados a familias que requerían de mano de obra extra. Esos sistemas siguieron esclavizando niños incluso después de que se aboliera oficialmente la esclavitud.
Si bien el trabajo infantil declinó en la zona occidental industrializada, permaneció de igual manera o incluso aumentó en las sociedades agrícolas o coloniales. En sociedades separadas alrededor del mundo, las clases superiores eran capaces de invertir en la protección y educación de sus niños, tal como los pensadores de la Ilustración lo hubiesen esperado. A pesar de esta tendencia, el trabajo infantil siguió siendo una necesidad económica para muchos, y muchos niños quedaron atrapados en sistemas abusivos de explotación y esclavitud. Y si bien el Comité Nacional de Trabajo Infantil en Estados Unidos que patrocinaba a Hine cerró en 2017, continúa el movimiento internacional. Recientemente, en 2019, grupos como la Organización Internacional del Trabajo luchan para proteger a los trabajadores de todas las edades y orígenes. Un informe de 2017 reveló que el trabajo infantil continúa, con alrededor de 152 millones de niños trabajando en todo el mundo.
Aunque esa es ciertamente una realidad sombría (deprimente) que los activistas continúan enfrentando, el trabajo infantil es mucho menos común de lo que era antes. Alrededor del mundo, las tasas de educación y la alfabetización entre niños van en alza, y regularmente se crean y ejecutan medidas de protección infantiles, dando origen a una infancia más segura y sana para muchos.
Fuentes
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Eman M. Elshaikh
La autora de este artículo es Eman M. Elshaikh. Es escritora, investigadora y maestra que ha enseñado en los grados K-12 y a estudiantes universitarios en los Estados Unidos y en el Medio Oriente. Enseña escritura en la Universidad de Chicago, donde también completó su maestría en ciencias sociales y actualmente está cursando su doctorado. Anteriormente, fue becaria de historia mundial en Khan Academy, donde trabajó en estrecha colaboración con el College Board para desarrollar el plan de estudios de Historia mundial AP.
Créditos de las imágenes
Este trabajo tiene licencia CC BY 4.0 excepto lo siguiente:
Portada: Niños dedicados al trabajo textil con carteles de protesta durante la huelga © Bettmann / Getty Images.
Una fotografía tomada en 1910 por Lewis Hine. Muestra a Addie Card, una hilandera de doce años de Vermont, quien dijo que comenzó a trabajar durante unas vacaciones escolares y terminó quedándose en las fábricas. Por la Biblioteca del Congreso, dominio público. https://en.wikipedia.org/wiki/File:AddieCard05282vLewisHine.jpg#/media/File:AddieCard05282vLewisHine.jpg
Fotografía tomada en 1908 por Lewis Hine que muestra a niños trabajando en una fábrica de vidrio en Indiana. La imagen fue tomada a medianoche, lo que sugiere que los niños a menudo trabajaban muchas horas. Por la Biblioteca del Congreso, dominio público. https://en.wikipedia.org/wiki/File:Midnight_at_the_glassworks2b.jpg#/media/File:Midnight_at_the_glassworks2b.jpg
Un anuncio solicita la participación laboral de niños y niñas en Bates Mill en Lewiston, Maine. Publicado en Portland Press Herald, 1861, dominio público. https://www.maine.gov/tools/whatsnew/index.php?topic=arcsesq&id=123499&v=article
Caricaturas sobre los peligros del trabajo infantil por Frederick Thompson Richards (arriba) y Thomas May (abajo). Imagen del Philadelphia North American y posteriormente publicada en Cartoons Magazine, volumen 3, no. 4 (abril de 1913). Por Virginia Commonwealth University Libraries, dominio público. https://images.socialwelfare.library.vcu.edu/items/show/389
Un afiche publicado por el Comité Nacional de Trabajo Infantil, fundado en 1904. Por JD Thomas, CC BY-SA 2.0. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:A_poster_highlighting_2_million_child_workers_in_early_20th_century_United_States.jpg
Un cartel de estándares de trabajo infantil de la década de 1940 que fomenta la escolarización y refuerza las reglas de la Ley de estándares laborales justos. Tengan en cuenta que el trabajo infantil todavía estaba permitido cuando los niños trabajaban para sus padres. Dominio público. https://en.wikipedia.org/wiki/Child_labor_laws_in_the_United_States#/media/File:%22Child_Labor_Standards%22_-_NARA_-_514051.jpg