La Ilustración

Por Amy Elizabeth Robinson
La Ilustración fue un periodo en la historia denominado así no por sus batallas, sino por sus ideas. De igual manera, los cambios intelectuales y culturales que introdujo ciertamente contribuyeron a muchas revoluciones políticas alrededor del mundo.

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A painting of a woman, in a white bonnet and rich blue dress, posing with a small smile and one hand held at her chin.

Entre finales del siglo XVII y finales del siglo XVIII, hubo un periodo de cambio intelectual acelerado que llegó a conocerse como la Ilustración. Pensadores, escritores, artistas, líderes políticos y además nuevos grupos de gente “ordinaria” impulsaron este principal movimiento cultural e intelectual. Creían finalmente estar brillando con la “luz” de la razón en la esfera natural y humana. En 1784, el filósofo alemán Immanuel Kant escribió que una comprensión “ilustrada” debería comenzar con la orden: “¡Atrévete a saber!

La Ilustración sacudió los cimientos de la vida europea intelectual, pero eso no fue todo. También tuvo consecuencias sociales, económicas y políticas en todo el mundo. Para comprender la función de la Ilustración en la historia mundial, debemos observar tanto sus ideas como su entorno social. Estas no fueron ideas repentinas que aparecen como bombillas sobre la cabeza. Surgieron de debates constantes entre una infinidad de personas. Los pensadores, escritores y artistas de la Ilustración, a menudo llamados filósofos, fueron particularmente activos en Europa y en las colonias de los europeos. Sin embargo, se conectaban a redes crecientes que surcaban todo el mundo. Novelas, periódicos y literatura de viaje difundían nuevas ideas y un sentido de conexión con los demás. La mercancía, información y la población se trasladaban con mayor rapidez por los océanos. Esta creciente conexión, combinada con una audaz apertura al cambio, hizo de las ideas de la Ilustración el combustible que impulsaría muchas revoluciones.

¿Qué resultaba tan ilustrativo acerca de la Ilustración?

La Ilustración comenzó como un movimiento científico e intelectual. Aunque pronto adquirió ribetes de un movimiento político, con importancia económica y cultural. Los historiadores siempre han tenido problemas para describirlo, aunque claro, siguen intentándolo. Eric Hobsbawm describe el pensamiento de la Ilustración como “no aquel propio de un sistema, sino de una actitud y una pasión”. Margaret Jacob dice que fue “un nuevo estilo cultural de apertura mental, investigación y sátira”. Dorinda Outram habla más sobre el contexto social del siglo XVIII y el surgimiento de una “esfera pública”. No todos los pensadores de la Ilustración concuerdan sobre todos los aspectos, pero se dedicaban de forma brillante al estudio, la crítica y la conversación. Se reunían en charlas públicas, salones, cafeterías y nuevas bibliotecas de préstamo, en donde podían arrojar algo de “luz” sobre interrogantes que deambularon en la oscuridad durante siglos.

A painting of a salon depicts large group of people sitting in a semi-circle facing one another, in conversation. They sit in a richly-colored room with art-covered walls.
Los salones eran reuniones de personas que discutían las nuevas ideas que surgían con la Ilustración. Este retrato de Lemonnier, c. 1755, exhibe una lectura de una de las obras de Voltaire en el salón de Marie Therese Rodet Geoffrin. Dominio público.

Como un movimiento científico e intelectual, la Ilustración tenía sus raíces en la Revolución Científica. En 1687, Principia de Isaac Newton había introducido la “mecánica racional” en el estudio de las matemáticas y la astronomía. Después de Newton, los pensadores de la Ilustración creían que una “ley natural” podía descubrirse bajo todos los aspectos de la vida. Pero no creían que las personas fuesen capaces de descubrir esta ley si tan solo aprendían de textos y líderes religiosos. Por el contrario, se encontraría a través del análisis del mundo a su alrededor.

Como un movimiento político, algunos historiadores trazan la Ilustración hasta la “Revolución Gloriosa” de 1688. Así es cuando el Rey Jacobo de Inglaterra, Irlanda y Escocia fue derrocado y reemplazado por su hija María y su esposo Guillermo de Orange. Guillermo era el estatúder (gobernante) de la República Neerlandesa, un floreciente centro económico e intelectual. La gente en la República Neerlandesa y en la nueva monarquía constitucional británica de 1688 ya estaban intentando con nuevas formas de gobierno. Aunque todavía tenían monarcas, ambos tenían parlamentos representativos, una tradición de “derechos” y más libertad religiosa que la mayoría de los demás estados europeos. Poco después de la Revolución Gloriosa, el filósofo John Locke publicó Dos tratados sobre el gobierno civil (1690), debatiendo que el gobierno debía estar conformado a través del contacto entre personas y su gobernante, en lugar de hacerlo través de ideas basadas en jerarquía religiosa o voluntad divina.

A painting of a man with a long beard. He sits, with his eyes closed, facing toward the sky. His wrists and ankles are shackled.
Lámina 12 del Primer Libro de Urizen(1794). William Blake, dominio público.
A nude, male figure stands with his arms spread wide amidst a burst of different colors.
Albion Rose,” de un Gran Libro de Diseños (1793-96). William Blake, dominio público.

Para muchos pensadores y artistas de la Ilustración, la esclavitud se convirtió no solo en un problema ético, sino también en una metáfora para distintas formas de opresión y liberación. El artista radical William Blake utilizó el tema con frecuencia en su obra.

La Ilustración tuvo aspectos económicos, éticos y religiosos también. En la década de 1690, Locke era accionista de la Royal African Company, que se beneficiaba de la esclavitud de los africanos. Argumentaba que la esclavitud estaba bien si era el resultado de una “guerra justa” (lo que significa que la guerra estaba justificada). Después de todo, él creía firmemente en el derecho a la propiedad privada, y las personas esclavizadas eran consideradas como propiedad.

Pero Locke rechazó la idea de que hubiera diferencias intrínsecas entre humanos de diferentes lugares, con diferentes creencias religiosas o tonos de piel. En el transcurso del siglo XVIII, la mayoría de los pensadores de la Ilustración siguieron el ejemplo de Locke y enfatizaron un sentido de humanidad compartida.

Aún así la esclavitud africana siguió creciendo. Las ganancias de este comercio contribuyeron al crecimiento de las ciudades portuarias europeas y nuevos centros industriales. Los pensadores de la Ilustración lucharon cada vez más con el hecho de que el aparente “progreso” del mundo que los rodeaba dependía de la horrible violencia de la esclavitud. La posición hipócrita de Locke, de expresar una cosa, pero sacar provecho económico de lo contrario, se volvió más difícil de mantener. Grupos religiosos como los cuáqueros y filósofos como Jean-Jacques Rousseau y Adam Smith pidieron la abolición de la esclavitud. “Desde cualquier aspecto que consideremos la interrogante”, escribió Rousseau, “el derecho de esclavitud es nulo y sin valor...Las palabras esclavo y derecho se contradicen y se excluyen mutuamente” (El contrato social, Libro I, Capítulo IV).

La Ilustración y el “progreso” histórico

A portrait of a woman. She is painted realistically, against a dark background.
Retrato de Mary Wollstonecraft por John Opie, c. 1797. Dominio público.

¿Quiénes podían participar en las redes que componían la Ilustración y quiénes podían beneficiarse de ellas? Es posible que más y más personas hayan estado involucradas en la conversación, pero aún habían voces que tenían problemas para ser escuchadas. Muchos filósofos creían que las mujeres, los niños, los trabajadores y la población de las colonias o territorios conquistados estaban menos desarrollados que los hombres blancos europeos y no estaban listos para una inclusión total. Se suponía que las instituciones educativas y sociales ilustradas debían “preparar” a estas personas para convertirse en ciudadanos mejores y más “razonables” de los estados modernos. La mayoría de los abolicionistas creían que la esclavitud debería terminar solo gradualmente.

La idea de mujeres teniendo una voz política era casi inexistente. Uno de los pensadores más revolucionarios del siglo XVIII, Jean-Jacques Rousseau, seguía creyendo que el objetivo de la educación de las mujeres debería ser complacer a los hombres. La intelectual inglesa Mary Wollstonecraft escribió Vindicación de los derechos de la mujer en (1792). Fue un llamado innovador a la educación universal, pero se basó en la idea de que las mujeres educadas serían mejores madres y maestras para los niños. Según ella, este era su rol principal como ciudadanas. E incluso a finales de siglo, los revolucionarios franceses declararon los “derechos del hombre y del ciudadano”, en lugar de los derechos humanos universales. Estas perspectivas reflejaban ideas populares sobre el desarrollo y la diferencia. Los filósofos escoceses de la Ilustración William Robertson y Adam Smith creían que las sociedades avanzaban a través de distintas etapas de desarrollo. Esta era parte de la “ley natural” que creían estar revelando. Primero, las personas fueron cazadores, luego pastores, luego comenzaron a poseer tierras de forma privada y a cultivar. Finalmente, inventaron el dinero, se podía transportar mercancía y la gente podía participar del comercio e intercambio. El ritmo de la invención y de la acumulación de riqueza en Europa tan solo parecía confirmar estas creencias. “Todo en el universo”, escribió el conde de Mirabeau, líder de la Revolución Francesa, “es comercio”.

En Las naciones acaudaladas (1776), Smith presentaba su visión de una economía global funcional. Dependía, entre otras cosas, del libre mercado. Como la mayoría de los pensadores de la Ilustración, Smith creía que si se abolieran las instituciones restrictivas y los “prejuicios” y se diera a los humanos la libertad de tomar decisiones económicas, surgiría naturalmente un bien común. Esta idea se denominaba laissez-faire, o “déjalo ser”.

Sin embargo, Smith estuvo de acuerdo en que los humanos aún no llegaban a ese punto. Creía que los estados modernos deberían proporcionar servicios públicos y educación cuando los mecanismos del mercado no pudieran hacerlo. Pero sus ideas de “ilustración” acerca de los mercados libres realmente emprendió vuelo. Se convirtieron en la base intelectual para la expansión del capitalismo moderno como sistema de producción y distribución. Las ideas sobre la propiedad privada, el desarrollo humano y el “progreso” comercial también se utilizaron para justificar las ocupaciones y conquistas coloniales.

¿Entonces la Ilustración realmente fue revolucionaria?

A portrait of a man of African descent, wearing a uniform.
Retrato de Olaudah Equiano, del frontispicio de La interesante narración de la vida de Olaudah Equiano, o Gustavus Vassa, el africano (1789). Dominio público

Los historiadores discrepan acerca de si la Ilustración tan solo llevó a cabo pequeños cambios o si fue verdaderamente revolucionaria. Aun así, proporcionó nuevas herramientas para examinar el mundo y amplió el sentido de humanidad compartida. Pero se produjeron pocos cambios inmediatos en la desigualdad social y económica, a pesar de todo el discurso. Los filósofos de la Ilustración europea eran típicamente hombres blancos y acomodados y se beneficiaron de los rápidos cambios que ocurrían a su alrededor. Tenían una razón para querer reformar las instituciones existentes sin ponerlo todo patas arriba. Otras personas, por lo general fuera de este círculo, tenían menos que perder. Las convocatorias a un cambio radical e incluso revolucionario cobraron más fuerza a medida que más personas veían la brecha cada vez mayor entre lo que la Ilustración decía que representaba y lo que realmente estaba sucediendo.

¿Quiénes eran estos rebeldes que presionaban para que la Ilustración fuese más radical? “Lo que fue más vigoroso” en los debates de la Ilustración, dicen los historiadores Peter Linebaugh y Marcus Rediker, “no provino de una sola experiencia nacional”. Argumentan que una clase obrera multirracial y transnacional, reunida en barcos y en ciudades portuarias al otro lado del Atlántico, desempeñó un papel importante en la demanda de un cambio radical. Ellos llaman a esto un “universalismo desde abajo”. Olaudah Equiano, que había sido a la vez un trabajador esclavo y un marinero, se convirtió en una voz destacada en el movimiento abolicionista.

Otro abolicionista, dramaturgo francés Olympe de Gouges, escribió la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana en 1791. “Las madres, hijas y hermanas que representan a la nación exigen formar una asamblea nacional”, manifestó, dejando claro que las mujeres habían sido excluidas de la visión de la Ilustración de Francia. En Latinoamérica, los pensadores de la Ilustración como José Antonio de Alzate y Ramirez criticaron las ideas de Robertson acerca de la historia indígena y del desarrollo “natural” de las sociedades.

Alzate y Ramírez rechazaron las rígidas “leyes naturales” supuestamente “descubiertas” por filósofos lejanos. Por el contrario, él dijo que los académicos locales tenían una mejor comprensión de la sociedad amerindia. Ayudó a sentar las bases intelectuales de los movimientos independentistas latinoamericanos del siglo XIX.

Pero a pesar de estas crecientes demandas de libertad, las élites burguesas ricas e influyentes continuaron en el poder. De alguna manera, los estados modernos en realidad adquirieron más poder sobre las vidas cotidianas de las personas, a través de la cartografía, los impuestos, la educación y la regulación laboral. La “ciudadanía” fue un poderoso grito de guerra para la participación política, pero también excluyó a la gente. Incluso los panfletistas revolucionarios1 como el estadounidense Thomas Paine, autor de Derechos del hombre (1791) podrían ser demasiado cautelosos. Paine temía el poder de las “inquietudes [ansiedad] populares...los desesperados y los descontentos” que, “asumiendo para sí los poderes de gobierno, pueden barrer las libertades del continente como un diluvio [inundación]”.

Entonces, la Ilustración dejó un legado complejo, tanto en lo liberador como en la imposición de límites sobre el cambio. Tal vez sea mejor pensar en ello como un proceso, en lugar de una sola cosa. Incluso en la actualidad, si examinan células microscópicas en una clase de ciencias, escriben una novela en un café o llevan letreros de protesta en la calle, pueden estar participando de un proceso de pensamiento y crítica “ilustrados”.

Referencias

Cañizares-Esguerra, Jorge, How to Write the History of the New World: Histories, Epistemologies, and Identities in the Eighteenth- Century Atlantic World. Stanford: Stanford University Press, 2001.

Hobsbawm, Eric, The Age of Revolution, 1789-1948. New York: Vintage, 1996.

Jacob, Margaret C., ed., The Enlightenment: A Brief History with Documents. Boston: Bedford/St. Martin’s, 2017.

Linebaugh, Peter and Marcus Rediker, The Many-Headed Hydra: Sailors, Slaves, Commoners, and the Hidden History of the Revolutionary Atlantic. Boston: Beacon Press, 2000.

Outram, Dorinda, The Enlightenment. Cambridge, UK: Cambridge University Press, 2019 (4th edition).

Pagden, Anthony, The Enlightenment: And Why It Still Matters. New York: Random House, 2013.

Wallerstein, Immanuel, Historical Capitalism with Capitalist Civilization. NY: Verso, 1996.

Amy Elizabeth Robinson

Amy Elizabeth Robinson es escritora, editora e historiadora independiente con un doctorado en la Historia de Gran Bretaña y el Imperio Británico. Ha impartido docencia en la Universidad Estatal de Sonoma y la Universidad de Stanford.

Créditos de las imágenes

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Portada: Retrato de Louise d'Epinay (1726-1783). Encontrado en Collection of Musee d'art et d'histoire, Genf. © Photo by Fine Art Images/Heritage Images/Getty Images

Los salones eran reuniones de personas que discutían las nuevas ideas que surgían con la Ilustración. Este retrato de Lemonnier, c. 1755, exhibe una lectura de una de las obras de Voltaire en el salón de Marie Therese Rodet Geoffrin. Dominio público. https://en.wikipedia.org/wiki/Anicet_Charles_Gabriel_Lemonnier#/media/File:Salon_de_Madame_Geoffrin.jpg

Lámina 12 del Primer Libro de Urizen (1794). William Blake, dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:William_
Blake_-_The_First_Book_of_Urizen,_Plate_12_(Bentley_22)_-_Google_Art_Project.jpg#/media/File:William_Blake_-_The_First_Book_of_Urizen,_Plate_12_(Bentley_22)_-_Google_Art_Project.jpg

Albion Rose,” de un Gran Libro de Diseños (1793-96). William Blake, dominio públicohttps://commons.wikimedia.org/wiki/File:William_Blake_-_Albion_Rose_-_from_A_Large_Book_of_Designs_1793-6.jpg#/media/File:William_Blake_-_Albion_Rose_-_from_A_Large_Book_of_Designs_1793-6.jpg

Retrato de Mary Wollstonecraft por John Opie, c. 1797. Dominio público. https://en.wikipedia.org/wiki/Mary_Wollstonecraft#/media/File:Mary_Wollstonecraft_by_John_Opie_(c._1797).jpg

Retrato de Olaudah Equiano, del frontispicio de La interesante narración de la vida de Olaudah Equiano, o Gustavus Vassa, el africano (1789). Dominio público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Olaudah_Equiano,_frontpiece_from_The_
Interesting_Narrative_of_the_Life_of_Olaudah_Equiano.png#/media/File:Olaudah_Equiano,_frontpiece_from_The_Interesting_Narrative_of_the_Life_of_Olaudah_Equiano.png