Cultura paleolítica y experiencias humanas comunes
Introducción
La mayoría de los animales son criaturas sociales. Se asocian en grupos familiares o manadas para protección, para criar a los más pequeños y para encontrar alimento, los cuales son todos factores de su supervivencia. Los humanos son similares en varios aspectos a los demás animales en cuanto a la formación de grupos como familias o clases (un grupo de personas vinculadas mediante lazos familiares y parentesco imaginado o adoptado) para ayudar a que la especie sobreviva. Seguimos haciendo esto hoy en día, salvo que muchas de nuestras metas no son necesariamente la supervivencia, sino de una naturaleza más social. Por ejemplo, en su comunidad escolar usted podría ser un miembro de un club de arte o practicar un deporte. Usted y su familia podrían ser miembros de una iglesia, templo, mezquita o sinagoga en su comunidad local. Sus padres podrían apoyar causas al participar como miembros de una organización como Greenpeace. Quizás uno de sus padres tiene una empresa y se han unido a la cámara local de comercio o Club Rotario para reunirse con otros propietarios de empresa en su comunidad. Los humanos son ciertamente animales sociales y tendemos a formar lazos con grupos con los que compartimos intereses o experiencias. Las comunidades de recolectores primitivos eran bastante similares, aunque su objetivo principal de reunirse como grupos era la supervivencia. Aun así, mediante la creación de estos grupos, también comenzaron a desarrollar culturas humanas.
La experiencia cultural humana
Cultura es una palabra difícil de definir. Algunas personas las definen como la forma en que las personas viven. Aunque si utilizamos dicha definición general, entonces todo lo que gente puede hacer puede considerarse como cultura. Otros utilizan el término cultura para describir a alguien que sabe leer bien o que conoce bastante acerca de arte. Para nuestro propósitos, utilizaremos la definición del historiador Bob Bain para este término refiriéndonos a “ideas, creencias y prácticas que son adquiridas, creadas o aprendidas como miembro de un grupo para gestionar los desafíos humanos”. Para los humanos primitivos que habitaban en la Era del Paleolítico, estos desafíos podrían incluir:
- Cómo mantener el orden y sobrellevar conflictos entre los miembros del grupo y con extraños
- Cómo producir y distribuir alimento, refugio y otros aspectos importante de la supervivencia
- Cómo desarrollar nuevas formas de comunicación
- Cómo lidiar con la naturaleza
- Cómo organizar la mano de obra para garantizar la supervivencia
- Cómo desarrollar relaciones entre mujeres y hombres jóvenes y ancianos, y padres y niños en un grupo
- Cómo diseñar y utilizar herramientas
Los humanos del Paleolítico con frecuencia se organizaban en grupos familiares de unas 25 personas o menos. Tomar decisiones en torno a cómo lidiar con las complicaciones entre un grupo de 25 integrantes pudiese haber sido algo relativamente sencillo. Sin embargo, los humanos del Paleolítico a menudo se unían a numerosos grupos familiares para formar un grupo más grande de unas 100 personas. A medida que el grupo crecía, la toma de decisiones y la coordinación de los integrantes era más difícil. Los miembros del grupo debían decidir colectivamente respecto a la mejor manera de organizar el grupo para garantizar la comida, seguridad, y en última instancia, la supervivencia.
Experiencias humanas compartidas
Diferentes comunidades humanas paleolíticas idearon formas similares de lidiar con sus desafíos debido a que los tipos de problemas que enfrentaban eran semejantes en cualquier sitio en el que vivían. Por ejemplo, todas las personas del Paleolítico recolectaban (cazaban y reunían alimento) debido a que esa era la forma de obtener alimento antes de la invención de la agricultura. Por lo tanto, los grupos de humanos primitivos debían decidir qué miembros recolectarían y cuáles irían de caza o de pesca. No obstante, distinguir quién realizó el tipo de recolección es difícil de indicar a partir de la evidencia ósea o arqueológica, y las culturas modernas de caza y recolección exhiben una variedad de patrones. Las representaciones estereotípicas de la población paleolítica a menudo retratan a los hombres como cazadores mientras que mujeres y niños se reunían junto al fuego, esperando que los hombres trajeran de regreso grandes trozos de carne. Pero gran parte de la caza se realizaba conduciendo manadas de animales hacia un acantilado o arrojándoles redes, tipos de caza en los que sabemos que las mujeres participaban en épocas más recientes. Sabemos que los niños del Paleolítico eran amamantados por sus madres u otras mujeres que habían dado a luz recientemente, ya que no había nada más que pudieran comer. Pero entre las culturas modernas de caza y recolección, el cuidado de los niños más allá de la infancia es una tarea muy valorada y culturalmente importante compartida por todos, y también puede haberlo sido para los grupos del Paleolítico.
La caza y la recolección también requería de comunicación entre los humanos. Estos grupos humanos desarrollaron nombres para ciertos animales o plantas para indicar a otros dónde encontrarlos, cómo prepararlos o la mejor manera de capturarlos. La comunicación también era necesaria para la seguridad: mantener el fuego encendido durante la noche para protegerse de los animales o aprender a interactuar con otros grupos en el área local. Había que tomar decisiones sobre la mejor manera de criar a los niños y cómo enseñarles las habilidades necesarias para sobrevivir. La información se transmitía oralmente de una generación a la siguiente sobre qué plantas eran venenosas o cuáles podrían ayudar a curar una enfermedad, todo lo cual se resumía a un proceso de ensayo y error. También se compartieron historias sobre creencias comunes o cómo ciertos grupos explicaban fenómenos naturales como una inundación o un eclipse. Además, las redes de lenguaje desempeñaron un papel crucial al permitir que los humanos compartieran información y creencias. Las comunidades que vivían cerca unas de otras solían hablar idiomas similares o podían hablar los idiomas de su comunidad y de las otras comunidades de su región. En ocasiones, un conjunto particular de habilidades o incluso una cultura específica fue inventada por miembros de una red lingüística en una región y luego compartida o adoptada por otros en esa área. La figura de la venus de Willendorf es un ejemplo de estas ideas compartidas. Se encontraron figuras de esta forma, tamaño y estructura en diversas áreas de Eurafrasia durante la era paleolítica, lo que indica que muchas comunidades comunicaron y compartieron creencias e ideas. Todas estas prácticas se combinaron para formar la cultura de un grupo o comunidad en particular, o cómo adquirieron, crearon o aprendieron las mejores formas de sobrevivir en su conjunto particular de circunstancias.
Si bien las comunidades paleolíticas compartieron los mismos desafíos y crearon culturas para lidiar con estos problemas, cada cultura era algo diferente. Estas diferencias se basaron en una serie de factores, como la geografía o el entorno donde vivía el grupo, los recursos disponibles, el lenguaje y las herramientas que desarrollaron y las historias que crearon. Cuanto más separados estaban los grupos humanos, mayores eran las diferencias entre estas comunidades. Por ejemplo, un grupo de forrajeros que vivía en las selvas tropicales de África central podría desarrollar herramientas y técnicas basadas en sus recursos locales. Se transmitiría información sobre determinadas variedades de alimentos y las mejores formas de construir herramientas y armas para cazar animales locales. Su idioma, sus medios de supervivencia y sus historias sobre la naturaleza y la creación serían muy diferentes a las de un grupo que vivía en las costas del sudeste asiático o los que residían en las montañas de Mesoamérica. Por lo tanto, los humanos como especie desarrollaron respuestas compartidas a los desafíos y estas respuestas conforman la cultura humana. Sin embargo, la cultura humana puede variar mucho, razón por la cual existe tanta variedad de creencias, prácticas y experiencias entre los humanos. A veces, estas diferencias conducen a discusiones, violencia y desconfianza, pero en general, estas diferencias hacen que los humanos sean únicos, y nuestra capacidad de compartir y mezclar estas culturas agrega diversidad al mundo.
Bridgette Byrd O’Connor
Bridgette Byrd O'Connor tiene un doctorado en historia de la Universidad de Oxford y ha enseñado Gran Historia, Historia Mundial y AP del gobierno y política de los EE. UU. durante los últimos diez años a nivel de escuela secundaria. Además, es escritora independiente y editora de los programas de estudio del Proyecto Big History y del Curso Intensivo de Historia del Mundo y de la Historia de los Estados Unidos.
Créditos de las imágenes
Este trabajo tiene licencia CC BY 4.0 excepto lo siguiente:
Portada: Toma de fotograma completa de huellas de manos en roca en Cueva De Las Manos © H_ctor Aviles / EyeEm / Getty Images
Punta de lanza en madera endurecida en el fuego, de Clacton (Essex, UK). Es una de las herramientas de madera más antiguas del mundo (hace unos 400.000 años). Por José-Manuel Benito Alvarez, CC BY-SA 4.0. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Clacton_Spear. jpg#/media/File:Clacton_Spear.jpg
Venus de Willendorf (pequeña figura religiosa, posible símbolo de fertilidad, Paleolítico, c. 30.000 a.C.) Por Matthias Kabel, CC BY 2.5. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Venus_of_Willendorf_frontview.jpg#/media/File:Venus_of_Willendorf_frontview.jpg